En física hay cuatro fuerzas fundamentales y algunos factores limitantes:

Las fuerzas son: gravedad (Newton, Einstein), electromagnetismo (Faraday, Maxwell, Einstein), nuclear fuerte y nuclear débil (la cuántica de Planck, Einstein, Bohr, Heisenberg).

Algunos factores limitantes importantes son:

Las leyes de la termodinámica: conservación de la energía, ley de la entropía…

La velocidad de la luz en el vacío (no superable para trasladar energía, materia o información).

Y algunas otras más.

Es posible que existan más fuerzas fundamentales y leyes limitantes relacionadas con la materia y la energía oscuras. Estamos abiertos y ansiosos a la incorporación de nuevas fuerzas.

 

En la geología terrestre hay varias fuerzas fundamentales y algunos factores limitantes.

Entre las fuerzas tenemos:

–          Calor,  radiactividad, fricción (explican las fuerzas implicadas en la tectónica de placas y la deriva continental. Wegener)

–          Gravedad terrestre y mareas

–          Meteorización (a través de la energía solar y la biosfera)

–          Ser humano (a través de la energía de los combustibles fósiles sobre todo)

 

La cosa es más compleja en geología que en física por la sencilla razón de que los átomos son más sencillos que la Tierra. Y el movimiento de los planetas y sistemas grandes es más sencillo de describir porque la fuerza principal que los dirige es la gravedad (y quizás otra fuerza desconocida aún a escala galáctica).

 

Aún así, para el caso de la geología tenemos suficiente conocimiento de las fuerzas directoras como para ser capaces de predecir cómo estarán los continentes dentro de 500 millones de años. No necesitamos reducir (sería imposible además) las fuerzas geológicas a fuerzas físicas, aunque sepamos, por ejemplo, que las fuerzas de fricción “en último término” son una emergencia de fuerzas electromagnéticas limitadas por la estadística. Es una ciencia compleja con relaciones complejas y que se relaciona con otras ciencias (física, química y biología).
Pero eso sí, la geología es menos compleja que la biología o la psicología.

 

En psicología humana, por ejemplo, se reconocen también muchas fuerzas fundamentales; por ejemplo, Freud reconoció el sexo como una fuerza fundamental y pecó en exceso al pensar que casi era la única. Hoy sabemos que existen otras, entre las cuales podemos destacar el amor. Claro, la psicología humana es muy compleja, y es de esperar que tenga muchas fuerzas fundamentales y muchos factores limitantes (son las decenas de “sesgos” psicológicos identificados por los psicólogos y de los que hablaré en otro post). Los psicólogos saben que no debe reducir todo al cerebro reptiliano si quieren explicar el comportamiento de las personas. Claro. Y saben que nuestra mente se apoya en emergencias que surgen de las fuerzas electromagnéticas de nuestras neuronas y que sería absurdo reducirlo todo a ellas. En cualquier caso, la psicología actual está abierta a otras disciplinas como la neurología.

 

En la biología, en cambo, existe una sola fuerza fundamental reconocida: la selección natural (Darwin). Y algunos factores limitantes como la dinámica de poblaciones, la capacidad de reproducción o los recursos existentes. La variabilidad no es reconocida como una fuerza fundamental, sino como otro factor limitante más, dado que no está dirigida por ningún proceso. Es decir, el cambio es aleatorio (la mutación de genes no tiene propósito o dirección adaptativa), algo así como la aleatoriedad en cuántica (que es un factor limitante pero no una fuerza directora fundamental). Hablo del neodarwinismo, no de teorías alternativas como el neolamarkismo, que reconocería una segunda fuerza fundamental: el propósito o la dirección del cambio buscando la adaptación (fuerza admitida y desarrollada por Lamarck, Darwin –sí, Darwin- y Kropotkin).

 

De hecho, de la fuerza fundamental reconocida, la selección natural, ni siquiera se conoce su criterio, fórmula matemática o las fuerzas físicas o de otro tipo que en una visión reduccionista darían lugar a la fuerza biológica a través de emergencias. Es decir, la biología estaría basada en ella misma, ya que la selección natural es una fuerza sin conexión con fuerzas físicas o de otra índole, una emergencia que no sale de ningún otro sistema que no sea ella misma.

 

Es decir, no existe un criterio absoluto de selección natural, con lo que el sistema es impredecible. No podemos prever las características generales de los vivientes de dentro de 500 millones de años, ni por aproximación (aunque en realidad sabemos, contemplando la historia evolutiva, que habrá seres mucho más complejos que las aves o los mamíferos).

 

Es cierto que ha habido loables intentos de encontrar el criterio selectivo (sin él, la teoría roza la tautología y por tanto no es científica), pero paradójicamente buscados frecuentemente fuera de la biología hecha por biólogos: Lotka habló de minimizar el consumo energético o de maximizar la potencia energética (lo que la conectaría con la física). Otros hablan de maximizar la producción de entropía, o la complejidad, pero en general tiende a haber incluso oposición a estas ideas por parte de muchos neodarvinistas.

Y cuando se han buscado otras fuerzas fundamentales (e.g. teoría Gaia), el criterio ha sido reducirlas a la única fuerza fundamental que se admite y desea: la selección natural.

 

Extraño desde un análisis histórico de la ciencia, extraño desde un análisis lógico y filosófico del campo científico, extraño desde otras ciencias y extraño incluso desde hechos observacionales.

O debería.

 

En realidad la cosa es aún más compleja y no tan ofensiva para los biólogos como pueden hacer parecer mis palabras. En realidad, los biólogos sí hacen ciencia y muchos, buena ciencia, pero se hacen trampas al solitario. En realidad no creen en su teoría, saben que el objeto de su estudio es mucho más complejo, saben que los animales hacen las cosas con propósitos, se preguntan todo el rato por el sentido de tal o cual acción que observan, saben que los organismos se coordinan para formar ecosistemas, saben que dentro de 500 millones de años habrá organismos muchísimo más complejos que las aves, etc. Su paradigma mental no es neodarvinista aunque su teoría última y única sea esa. Saben que lo propio sería tener una teoría orgánica, emergente, holista e indeterminista, en vez de una teoría mecánica, reduccionista, determinista y aleatoria que es la visión del neodarwinismo. Luego, matizan y matizan (añaden epiciclos) para explicar desde la teoría lo que saben y observan.

 

Para añadir más complejidad al caso, debemos decir que los físicos no somos mejores, pues nos tiende a pasar exactamente lo contrario: hemos generado teorías como la cuántica y la relatividad o los sistemas termodinámicos complejos y alejados del equilibrio, donde se tambalean todos los mitos mecanicistas, deterministas y reduccionistas, a la vez que nuestros paradigmas mentales suelen ser los propios de la física de Newton (quien a su vez veía el mundo lleno de propósitos, como un organismo). ¿Alguien conoce a gente con más disonancias cognitivas que los científicos?

Por otro lado, aquellas disciplinas que se pretendan montar sobre los pilares de la biología, adolecerán del problema de que ésta se apoya solo en una única fuerza que lógicamente no puede explicar casi nada de un objeto de estudio tan complejo.

 

Así, una parte de la sociología y de la antropología se han querido montar a partir de su reducción biológica (e.g. sociobiología). Y claro, la mayoría de los sociólogos y antropólogos se han opuesto, no porque identificaran la debilidad de apoyarse en una teoría de bases tan débiles, ni siquiera porque rechazaran de plano el método reduccionista, si no porque no cuadra con sus observaciones. Sólo los sociobiólogos, empeñados en explicar todo desde una única fuerza sin criterio (y por tanto, capaz a posteriori de explicarlo todo) fuerzan el encaje observacional, ven lo que quieren ver.

 

Pasó en física con los epiciclos de las órbitas planetarias, y pasó con el psicoanálisis, hoy considerado por la mayoría de los psicólogos como una rama no científica. Después de todo, al psicoanálisis le pasó que explicaba todo y no predecía nada, como pasó en astronomía con las observaciones planetarias y sus epiciclos (fue Halley el que primero predijo basado en la comprensión de las fuerzas de Newton y no en simples extrapolaciones del pasado que frecuentemente fallaban). Ambos, geocentrismo y psicoanálisis fueron superados cuando se hizo ciencia más compleja y relacionada.

 

Lo paradójico es que en biología esto no haya pasado, aunque es más antiguo Darwin que Wegener o incluso que el “geocentrista” Freud.

 

La razón histórica, no reconocida aún  por la mayoría de los biólogos, es que hay otra disciplina científica muy fuerte basada en la misma y única fuerza fundamental: la economía capitalista liberal. En realidad son indistinguibles, una se aplica a los seres vivos, en especial a los animales y su eco-logía, y la otra a los humanos y sus empresas: eco-nomía. Marx desde la economía y Kropotkin desde la biología, ya se dieron cuenta de esa conexión entre disciplinas y de su excesiva simplicidad en el siglo XIX.

 

La economía, la mayoritariamente implantada, ni siquiera reconoce factores limitantes externos a ella (ni de la física –e.g. entropía-, ni de la ecología –Tierra plana finita-, ni de la geología –e.g. pico del petróleo-, etc.), es una ciencia sin consistencia externa, que no se comunica con el resto de ciencias.

 

Wegener descubrió nuevas fuerzas fundamentales en una geología que ya sabía de la meteorización y de la gravedad, pero que necesitaba un salto cualitativo añadiendo nuevas fuerzas.

Los psicólogos descubrieron nuevas fuerzas fundamentales en la psicología además del sexo y se dieron cuenta del carácter tautológico e impredictivo del psicoanálisis (Khun dijo que no era falsable, Bunge mostró que no tenía consistencia externa, que no reconocía al resto de las ciencias, como le pasa a la economía clásica y a la selección natural).

Copérnico y Kepler eliminaron la necesidad de explicarlo todo con epiciclos y así superaron problemas similares que aparecerían posteriormente en el psicoanálisis, la biología y la economía; el trabajo lo remató Newton. Fueron los primeros.

 

Esta transición ha pasado en todas las disciplinas menos en dos: biología y economía.

Necesitamos con urgencia a los Khun, Bunge, Marx y Kropotkin que denuncien esto, y necesitamos también a los Wegener, Einstein, Wundt y Durkheim en esas dos disciplinas, pero sobre todo, necesitamos que se les deje hacer ciencia (porque por ahora se les arrincona). Recordemos a Galileo y su famoso enfrentamiento con la Iglesia. O a Wegener, que murió sin ser reconocido.

 

Es entendible que cambios profundos requieren tiempos largos de adaptación humana. No es entendible en cambio (desde la lógica) que en biología o economía se esté tardando tanto tiempo. De Newton a Einstein, de Hutton a Wegener, de Wundt a la Gestalt, pero de Darwin a… a Darwin encima sin Lamarck, no hay más, porque si Darwin identificó dos fuerzas evolutivas, ahora solo se reconoce una. Y de Smith a… al Fondo Monetario Internacional, es decir, seguimos con las misma única fuerza en economía. Nos bastó poner la palabra neo (neodarwinismo, neoliberal) para incluso retroceder. No nos engañemos, añadir matemática compleja es falaz sin base real (pasó también en el psicoanálisis y en algunos intentos despistados de sociología –caso Sokal por ejemplo-). La economía neoliberal y el neodarwinismo tipo “gen egoísta” (Dawkins), son en realidad grandes casos Sokal.

 

Pero en nuestro particular momento histórico tenemos además prisa, porque necesitamos cambios urgentes en esas dos disciplinas. En la economía parece obvio, porque son sus pies (a patadas) las que nos llevan a la desigualdad y el colapso civilizatorio.

 

En la biología no es tan obvio, pero a medio plazo, es más importante incluso que en la economía, precisamente porque casi nadie ve que acompaña a la economía en el mismo viaje –y eso incluye a la mayoría de los que lo ven ya obvio en la economía- y, sobre todo, porque su visión reducida del ser humano y del resto de la naturaleza, nos impide ver más allá de horizontes pesimistas.

 

Nuestro pesimismo existencial, ese que solo tiene relativa fe en soluciones tecnológicas al colapso de nuestra civilización y que no cree que podamos hacer una Revolución Solidaria (esta vez con la energía del amor) como respuesta a ese colapso, se basa en buena medida en una forma de ver al ser humano egoísta, competitivo, dominado por la sed de sangre cuando los recursos son escasos, es decir, bajo la miopía del darvinismo neoliberal.

 

Carlos de Castro Carranza

 

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