El Instituto Nacional de Estadística acaba de hacer públicos el avance de los resultados de las cuentas de flujos físicos de energía para el año 2019. Un día después se publicó el avance del inventario de emisiones a la atmósfera para 2019 y 2020. Estas cuentas identifican las tendencias y estructura del consumo energético del país y de sus emisiones contaminantes. Los datos a nivel país no permiten saber si ese consumo es igual en todas partes o si, por ejemplo, unas ciudades consumen más que otras o las ciudades consumen más o menos que el campo.

A nivel local nos enfrentamos con la ausencia de las mismas fuentes de información disponibles a escala regional o nacional, lo que obliga a recurrir a estimaciones por parte de administraciones, centros de investigación o cualquier persona interesada. Estas estimaciones suponen un problema metodológico que ponemos de relieve en la reciente publicación Mapping the energy flows of a medium-size city: the case of Valladolid (Spain) [1], en la que apuntamos algunos métodos sistematizables y evaluamos sus resultados centrándonos en el caso de estudio de la ciudad de Valladolid. En el artículo se hace un análisis de los flujos de energía que se consumen la ciudad y sus emisiones asociadas, incluyendo todos los sectores y todos los flujos de productos energéticos. Esto nos ofrece una panorámica de la ciudad realmente existente, incluyendo las actividades industriales más grandes que habitualmente se excluyen de los análisis a escala local.

En el análisis, se combinan diferentes perspectivas para tener tanto los flujos de energía que “entran” en la ciudad como estimaciones delconsumo energético de los hogares tanto en los edificios residenciales como en el transporte de pasajeros, con el objetivo de identificar el consumo realmente imputable a la población en sus actividades privadas. La mayoría de las fuentes de información disponibles sobre consumo de energía aportan información a nivel provincial, sobre las que se aplican factores de escala que se complementan con los inventarios de emisiones del Ayuntamiento de Valladolid. La colaboración de nuestro grupo con el personal municipal ha permitido contrastar, con la información disponible por la corporación municipal, la validez de las estimaciones propuestas y también identificar algunos flujos de energía muy específicos (como el consumo de biomasa o los grandes consumidores de gas en transporte o industria). Esperamos que los aportes de esta publicación puedan servir de respaldo al trabajo de esta y otras administraciones locales. Del mismo modo, esta contribución abre la posibilidad de complementarse con un seguimiento permanente de los flujos materiales, no sólo energéticos, que permiten la existencia de una ciudad como Valladolid. Para este fin, aunque la disponibilidad de información territorializada sobre movilidad o consumo energético se ha multiplicado en los últimos años, sigue habiendo importantes dificultades para obtener unas cuentas de flujos físicos a escalas inferiores a las autonómicas. Esta información sería de gran interés público para el desarrollo de políticas locales de transición energética, mitigación de emisiones de efecto invernadero o economía circular.

Una panorámica sobre Valladolid

Presentamos algunos resultados concretos sobre Valladolid:

A nivel local, la estructura de consumo energético es fuertemente dependiente de combustibles fósiles. Es especialmente significativo el peso del gas natural, cuyo consumo per cápita es casi el doble al que se da en la media española (Ilustración 1) y varias veces superior al de otras ciudades (como Madrid o Valencia). Esto ha sido así a lo largo de toda la década 2010-2019.

Ilustración 1: Comparación entre el consumo de energía primaria per cápita en España (barras oscuras) y Valladolid (barras claras) entre 2010-2019. Valladolid consume todos los años más energía per cápita que en la media española (en 2019, 34,07 MWh per capita en Valladolid vs. 29,99 MWH per cápita). Dentro de ese consumo de energía, el consumo de gas natural duplica y llega a triplicar la media española, mientras que los hidrocarburos se consumen en menor medida. Incluido en [1]

En el periodo estudiado se produce una tímida entrada de energías renovables especialmente centrada en la instalación de autoconsumos fotovoltaicos (cercano al 2% de la energía eléctrica consumida) y en la utilización de calderas de biomasa y de redes de calor (hasta superar el 2% del total de la energía final consumida). Sin embargo, dado que el consumo de energías fósiles se mantiene, no se produce un desplazamiento de fuentes de energía convencionales por renovables.

Queda fuera de lo analizado en este trabajo, de nuevo por falta de datos a esta escala, el importante segmento de energía consumida en una ciudad como Valladolid inserta en bienes y servicios. Hay abundante literatura que indica la existencia de una huella energética externalizada en los lugares en los que se producen las mercancías que luego se consumen por todo el mundo [2–4]. Según estimaciones puede suponer un 25% a mayores de la energía primaria que se consume per cápita en España [3], que puede variar sustancialmente entre localizaciones con mayor o menor peso de la actividad industrial.

El peso de los distintos sectores en el consumo energético muestra la importancia de la industria y el transporte, frente al consumo doméstico o de servicios (Ilustración 2).

En Valladolid, el consumo de gas natural de uso industrial pasa de ser un ~40% superior al consumo doméstico a ser el ~250% superior, tanto por la gran disminución del consumo de gas natural doméstico a lo largo de la década como por el aumento del dicho consumo en las industrias. Entre ellas, destaca la planta de cogeneración ubicada en el complejo industrial de Michelin, cuya producción eléctrica es también, con mucha diferencia, el principal productor de energía de la ciudad.

Ilustración 2: Diagrama de Sankey del consumo de flujos de energía desde las fuentes de energía primaria (izquierda), los productos de la energía final (centro) y el consumo de energía final por sectores (derecha) en 2016. El reparto muestra que del total de la energía primaria que se importa a Valladolid, un 22% se destina a usos industriales, un 22% a transporte y un 13% a edificios residenciales, como principales sectores consumidores de energía. . Porcentajes sobre la energía primaria. Incluido en [1]

El consumo de hidrocarburos para el transporte es el siguiente producto energético que más se consume en Valladolid. Identificar el consumo de hidrocarburos conlleva limitaciones metodológicas debido a la ubicuidad intrínseca del sector transporte, por lo que se aportan dos estimaciones basadas en estudios de movilidad. Estas estimaciones indican que el consumo de energía debido a la movilidad de pasajeros apenas alcanza a explicar en torno al 20% del consumo de hidrocarburos para el transporte que se puede imputar a la ciudad (~8% para movilidad urbana y ~12% movilidad interurbana).

Las estimaciones sobre movilidad urbana se han hecho partiendo de los datos de movilidad del PIMUSSVA (Plan Integral de Movilidad Urbana Segura y Sostenible de Valladolid). La estimación realizada ofrece algunos otros datos respecto a la movilidad urbana en Valladolid que sobrepasan el ámbito del estudio sobre flujos de energía pero que resulta necesario poner de relieve: aunque la mayoría de los viajes urbanos son peatonales, la mayoría de la movilidad es motorizada ya que los trayectos motorizados recorren mayores distancias (Ilustración 3). Esto, sin tener en consideración una importante proporción de viajes realizados por el 25% de población que vive en el área urbana pero fuera de los límites administrativos de la ciudad, de cuyos datos se carece. La ausencia de un marco de análisis a nivel de área funcional (Valladolid y su área metropolitana) impide poder imputar con mayor precisión cual es el consumo de hidrocarburos necesario (y sus emisiones asociadas) para la movilidad cotidiana de la ciudad.

Ilustración 3: Producción de transporte por modo de transporte y distancia recorrida. Si bien en distancias cortas hay una mayoría de viajes peatonales, en vehículo privado se hacen la mayoría de los viajes de más de 3 kilómetros. Por ello, la producción de transporte (la magnitud que mide los pasajeros transportados por la distancia que se transportan) da un mayor peso de transporte privado frente al peatonal.  Elaboración propia con datos PIMUSSVA.

Valladolid firmó el Pacto de los Alcaldes en 2011, comprometiendo para 2020 una reducción de emisiones del 20%. Para 2019 la reducción de emisiones de efecto invernadero era de un 6% per cápita. Si bien es previsible, aunque no seguro, que la crisis derivada de la pandemia haya hecho caer las emisiones durante 2020 y 2021, las tendencias registradas la pasada década reflejan que, aun con una caída de la población residente en la ciudad, las emisiones aumentan cuando aumenta la intensidad de la actividad económica. El desacoplamiento entre economía y emisiones no se aprecia a nivel local con la única excepción de 2019, año en el que el cierre de las centrales de carbón para producción de electricidad hizo bajar la intensidad de carbón imputable al consumo de energía eléctrica de red. Sólo los edificios residenciales registran una caída de sus emisiones asociadas constante y significativa a lo largo de la década (Ilustración 3).

Ilustración 4: Evolución registrada de las emisiones de CO2eq per cápita debidas al consumo de energía en Valladolid y posibles trayectorias para alcanzar el objetivo 0-emisiones en 2050. Frente a una reducción entre 2010 y 2019 del 6%, las reducciones del 13% anual describen la curva de la figura. Incluido en [1]

Respecto de las emisiones, es necesario señalar que el importante consumo de gas implica una infraestimación de las emisiones como señalan los estudios sobre emisiones fugitivas [5], que deberían ser entre un 20% y un 25% superiores. Estas emisiones fugitivas están detrás de una parte de los fallos de contabilidad de emisiones destapados recientemente, lo que nos debe llevar a pensar que la situación es peor de la esperada.

En conjunto, tenemos una representación de la pasada década como un claro ejemplo de desarrollo del escenario Bussines As Usual previsto en los modelos de simulación globales [6–9]. Esto significa que se mantiene una clara correlación entre actividad económica, consumo de energía y emisiones de gases de efecto invernadero, de forma que los datos disponibles indican que  las políticas de mitigación y adaptación hasta el momento no han tenido un efecto significativo en cambiar esa relación. La crisis económica y la recuperación marcan la trayectoria con forma de U del consumo energético durante la década pasada década, con mayor consumo de energía (y bienes y servicios asociados) en épocas de mayor bonanza económica.

Hay que señalar que para final de la década se acumulan las inversiones y esfuerzos para modificar la tendencia: se abren nuevas redes de calor para consumo residencial  (en funcionamiento desde finales de 2019) y se proyectan aún más redes, se realizan importantes inversiones para promover el cambio modal y además estamos inmersos en un amplio despliegue de instalaciones para producción de electricidad de origen renovable.

Seguiremos atentos a los datos disponibles para analizar la evolución de la ciudad en sus objetivos de descarbonización.

Gaspar Manzanera-Benito

Iñigo Capellán-Pérez

Referencias:

1.         Manzanera-Benito, G.; Capellán-Pérez, I. Mapping the Energy Flows and GHG Emissions of a Medium-Size City: The Case of Valladolid (Spain). Sustainability 202113, 13181. https://doi.org/10.3390/su132313181

2.          Arto, I.; Capellán-Pérez, I.; Lago, R.; Bueno, G.; Bermejo, R. The energy requirements of a developed world. Energy Sustain. Dev. 2016, 33, 1–13, doi:10.1016/J.ESD.2016.04.001.

2.          Akizu-Gardoki, O.; Wakiyama, T.; Wiedmann, T.; Bueno, G.; Arto, I.; Lenzen, M.; Lopez-Guede, J.M. Hidden Energy Flow indicator to reflect the outsourced energy requirements of countries. J. Clean. Prod. 2021, 278, doi:10.1016/j.jclepro.2020.123827.

3.           Akizu, O.; Bueno, G.; Barcena, I.; Kurt, E.; Topaloǧlu, N.; Lopez-Guede, J.M. Contributions of bottom-up energy transitions in Germany: A case study analysis. Energies 2018, 11, 1–21, doi:10.3390/en11040849.

4.          Howarth, R.W. A bridge to nowhere: Methane emissions and the greenhouse gas footprint of natural gas. Energy Sci. Eng. 2014, 2, 47–60, doi:10.1002/ese3.35.

5.           de Blas, I.; Mediavilla, M.; Capellán-Pérez, I.; Duce, C. The limits of transport decarbonization under the current growth paradigm. Energy Strateg. Rev. 2020, 32, doi:10.1016/j.esr.2020.100543.

6.          Solé, J.; Samsó, R.; García-Ladona, E.; García-Olivares, A.; Ballabrera-Poy, J.; Madurell, T.; Turiel, A.; Osychenko, O.; Álvarez, D.; Bardi, U.; et al. Modelling the renewable transition: Scenarios and pathways for a decarbonized future using pymedeas, a new open-source energy systems model. Renew. Sustain. Energy Rev. 2020, 132, 110105, doi:10.1016/J.RSER.2020.110105.

7.           Capellán-Pérez, I.; Mediavilla, M.; de Castro, C.; Carpintero, Ó.; Miguel, L.J. Fossil fuel depletion and socio-economic scenarios: An integrated approach. Energy 2014, 77, 641–666, doi:10.1016/J.ENERGY.2014.09.063.

8.          Lallana, M.; Almazán, A.; Valero, A.; Lareo, Á.; -Ramírez, D. Assessing Energy Descent Scenarios for the Ecological Transition in Spain 2020–2030. Sustain. 2021, Vol. 13, Page 11867 2021, 13, 11867, doi:10.3390/SU132111867.

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