La huella ecológica es un indicador conocido en las Naciones Unidas. Trata de estimar las superficie terrestre que necesitaría una población para mantenerla indefinidamente de acuerdo a su uso de recursos y absorción de residuos.

Los resultados a escala global son desesperanzadores:

En el gráfico vemos la huella ecológica (ecological footprint) según el tipo de desarrollo humano definido por los informes del PNUD: más desarrollo humano más huella ecológica. Llamativamente en general también más biocapacidad. La biocapacidad es definida como la capacidad de los ecosistemas para proporcionar los recursos y absorber los residuos. No es que los países de desarrollo humano bajo o medio tengan ecosistemas peores que los de desarrollo humano alto, es que la biocapacidad de los ecosistemas ganaderos y agrícolas, por ejemplo, se mide de acuerdo a la productividad efectiva que el país en cuestión saca de sus ecosistemas. Así, la productividad de los cultivos de maíz en Estados Unidos es mucho mayor que en cualquier país africano, básicamente por los enormes insumos energéticos (vía fertilizantes, tractores e irrigación) que los países más industrializados meten (en colapso energético esto puede implicar una disminución de la biocapacidad global medida así). Los países más “ecológicos” en su agricultura no son los de menor huella ecológica en relación a su “biocapacidad”.

Tal y como vemos en la figura, solo serían sostenibles los países más pobres. Así que uno puede temer que estamos abocados a la pobreza, pues si en el mundo hemos sobrepasado en un 50% su biocapacidad es a costa del stock de capital natural que se va deteriorando y que finalmente revertirá el proceso (es decir, volveremos a estar por debajo de la biocapacidad).

 

 

Pero la huella ecológica es un indicador políticamente correcto (lo usan las Naciones Unidas), y quizás por ello, conservador.

Por ejemplo, para la absorción de residuos tiene en cuenta solo las emisiones de CO2 equivalentes, supone luego que una parte son absorbidas gratis por los océanos y el resto supone que son absorbidas por los bosques (la tecnología hoy por hoy más eficiente), luego calcula las hectáreas necesarias.

¿Y el resto de residuos? Nada.

Los plásticos que flotan en los océanos, las zonas de exclusión de Fukushima o Chernóbil, la absorción de las emisiones de metales y de todos los compuestos que van a la atmósfera, suelos y aguas, no se tienen en cuenta. Es verdad que el mismo bosque puede absorber además de CO2, plomo y otros venenos. Pero obviamente no sirve la misma hectárea para absorber todos los residuos. ¿Cuánto multiplicaría la huella ecológica si tuviéramos en cuenta el resto de los residuos? No lo sabemos con precisión, quizás entre 2 y 5 veces.

A su vez, la huella ecológica no tiene en cuenta que no podemos usar el 100% de la biocapacidad de un territorio sin colapsarlo en sus funciones. Es decir, se necesitan bosques naturales, pastos naturales y cierta biodiversidad para que los ecosistemas (incluidos los agrícolas y ganaderos) no se vengan abajo. Necesitamos las funciones de los ecosistemas porque sencillamente no tenemos ni de lejos la tecnología para suplirlos. No es solamente el espacio que ocupan los parques naturales, es mucho más. ¿Cuánta superficie necesita Gaia para autosostenerse? No lo sabemos. ¿Un 25%, un 50%, un 80%? Pregúntese cuánta superficie de su piel puede ser quemada y a la vez sobrevivir sano.

¿Cuántas hectáreas van a ser destruidas por el caos climático? No olvidemos que aquí todo lo intentamos realimentar en nuestra cabeza.

Por tanto la biocapacidad sostenible es inferior a la calculada.

Multipliquemos por un factor 4 el cociente huella ecológica/biocapacidad.

Esto implica un colapso de la civilización. Esto también.

Si tenemos en cuenta que el cociente es según los cálculos oficiales de 1.5 y lo multiplicamos por 4, llegamos a que sobrepasamos la biocapacidad por 6.

Supongamos ahora que el colapso material de esta civilización retrae las “necesidades” energéticas y materiales a la mitad (en un mundo equitativo eso implica reducir en España en un 80% o más nuestros consumos, lo que sería efectivamente una “africanización” de la población). Aún tendríamos/se reduciría la población humana a un tercio del actual (2500 millones de personas).

Elija usted como jugar con los factores en cuestión.

Todo se realimenta.

Carlos de Castro Carranza

A %d blogueros les gusta esto:

Si continuas utilizando este sitio aceptas el uso de cookies. más información

Los ajustes de cookies de esta web están configurados para "permitir cookies" y así ofrecerte la mejor experiencia de navegación posible. Si sigues utilizando esta web sin cambiar tus ajustes de cookies o haces clic en "Aceptar" estarás dando tu consentimiento a esto.

Cerrar