Los psicólogos y sociólogos tienen identificados decenas de sesgos cognitivos. Son barreras, más que límites insoslayables, que pueden ayudarnos a explicar no solo nuestras reacciones ante problemas como la crisis energética o el cambio climático, sino que nos ayudarían a entender porqué son una causa principal que realimenta esos problemas.
Veamos sucintamente alguno de ellos que interesa conocer a todo el que se acerque a los temas que ocupan nuestro blog:
La negación de lo que duele. Tenemos tendencia a negar u olvidar aquello que no nos gusta.
Optimismo. Tenemos tendencia a ser optimistas, a pensar que a mí no me va a pasar. En nuestro caso y sociedad, tendencia al tecno-optimismo.
Anclaje: quedarse con parte del asunto, no ver las relaciones e implicaciones más allá. Manejamos una o dos variables en la cabeza, no más (si después de hablar del colapso nos hablan de móviles imaginamos la tecnología futura como si el colapso no fuera a pasar). Es terriblemente difícil ponerse mentalmente en el colapso y todo lo que ello supone.
Aversión a la pérdida. Preferimos no ganar a perder (nos duele más perder el coche que no tener uno).
Arrastre: Tendencia a seguir a la mayoría.
Control: Sobre-estimación de la influencia propia.
Autoridad: Tendencia a seguir al líder.
Gusto por el promedio: Tendencia a quedarse cerca de la media.
Al lector no se le escapará que algunos de esos sesgos están relacionados, por ejemplo, la sobre-estimación de la influencia propia puede estar relacionado con nuestro optimismo. O el gusto por el promedio lo podemos ver como una forma de seguir a la mayoría. O la aversión a la pérdida como una negación de lo que duele.
Pero el quid de la cuestión es ver esas relaciones en realimentación y en realimentación con la Crisis Global que nos ocupa.
Así, tenemos tendencia a reforzar a aquellas élites (Autoridad) que nos Anclan en un discurso Optimista que Niegue lo que nos duele, y a luchar por mantener nuestro modo de vida: ¿les suena a la política doméstica?
Un ejemplo es el caso de la fe en las energías renovables como tabla de salvación ante la crisis energética, económica y de clima. Los científicos han sobrestimado su capacidad desde el principio (optimismo, anclaje) y comenzaron a publicar hace décadas una capacidad sin límites tecnológicos prácticos. Con el tiempo, y lentamente, esa capacidad renovable fue creciendo en las publicaciones (gusto por el promedio -publicas un poco más que la media en la dirección marcada por las autoridades de prestigio-, Arrastre, Autoridad, Control), hasta llegar a la paradoja de publicarse exageraciones absurdas (como la violación del principio de conservación de la energía en el caso de la generación eólica).
Nuestras publicaciones sobre los límites tecnológicos de las nuevas renovables indican 1TWe para la eólica, 2-4 TWe para la solar y 1TWe para el resto. Consumimos más de 12TW de energía final, de los cuales menos de 3TW son en forma eléctrica.
Si el lector lee a otros autores verá que se siguen publicando valores muy superiores (de incluso más de 100TWe para el viento y mucho mayores aún para la solar). Normalmente se dan horquillas mínimas y máximas metiendo en el mismo saco las distintas contribuciones y dejando así que el estudioso lector, haga inconscientemente el promedio o se deje llevar por su optimismo. Pero la realidad no es un promedio, pues nuestros trabajos contradicen otros trabajos, no son “promediables”. O ellos están equivocados o lo estamos nosotros. Si el lector ha sumado, quizás haya pensado ya que las nuevas renovables nos aportarán 1+4+1 = 6 TW de electricidad. Sobradamente para introducir en el transporte el coche eléctrico y cubrir la demanda eléctrica del mundo. Pero si hace esto está abusando del optimismo, 2-4 TWe es la horquilla que damos al límite fotovoltaico, ¿Por qué no coge 2TWe o es que ha cogido el promedio 3TWe? Quizás prefiera seguir a la mayoría o a la autoridad de las decenas de autores que con su entusiasmo olvidaron el primer principio de la termodinámica.
Es más, si ha escogido 1TWe para la eólica y 2TWe para la solar, sigue siendo optimista, (es lo que nosotros mismos hemos hecho en algún artículo de modelización) porque yo he hablado del límite tecnológico, no de las limitaciones económicas, sociales, políticas etc., obviamente más restrictivas. Incluso nuestros límites tecnológicos suponen optimistamente un mundo que no disminuye de tamaño y menos aún que colapsa. Cuando la disminución es inevitable y el colapso altamente probable. ¿No se estará el lector anclando en el tema renovable sin conectarlo con el resto de problemas?
La buena noticia es que esos sesgos son solo sesgos, no límites infranqueables. La mala noticia es que existen y hay que tenerlos en cuenta.
Es más, son ellos los que explican porqué no encontramos soluciones a nuestra crisis Civilizatoria cuando sabemos del pico del petróleo, de los límites de las renovables, los minerales, los suelos, el agua, del caos climático, de la pérdida de biodiversidad, de la desigualdad humana, etc. Tenemos la sensación colectiva de ser estúpidos porque no reaccionamos (Última llamada). Llenamos nuestros oídos de conferencias sobre Cambio Climático, Pico del petróleo etc. y esperamos del científico de turno que nos aporte soluciones (eso sí, tecno-optimistas, que no duelan, que no nos alejen del promedio, que nos den control y nos permitan seguir a nuestra mayoría favorita).
¿Y si el científico nos dice que el Colapso de Civilización es inevitable ya y cercano en el tiempo histórico? ¿Y si nos advierte de que la disminución material (consumo de energía, bienestar material, etc.) va a ser profunda y generalizada y que es mucho más probable un Mad Max apocalíptico o un Elysium injusto que un paisaje idílico de pequeñas comunas en Transición? Tendemos a seguir enfocando las “soluciones” hacia las renovables, el transporte colectivo, la permacultura y demás “pequeñas” acciones (que, aunque obvias, son poco más que cerrar el grifo, poner una bombilla de bajo consumo o ir en bici al trabajo), en vez de hacia cómo romper y superar esos sesgos psico-sociales, hacia cómo adaptarse a una transición que mientras ocurre será inevitablemente muy dolorosa y hacia cómo aumentar esos sesgos cognitivos constructivos como la empatía y el amor.
Carlos de Castro Carranza
¿Alguien se atreve a exponer los escenarios «Mundo año 2030»? Me explico. Partiendo de que el colapso se va a producir, ¿cómo será el mundo en: 1) No hacemos nada (BAU), 2) Hacemos algo que tranquilice nuestra inquietud (Tecno-optimismo) y 3) Tomamos medidas realistas (Transición?.
Aquí los tienes
http://www.15-15-15.org/num0/
La verdad tiene un problema de fondo y es que aún localizándola e identificándola preferimos no creerla, pues es un fardo muy pesado. En otras palabras, no puede ser esta la verdad. Y seguimos buscando. Hasta que llama a tu puerta.
Escenario más que posible: el número 1. BAU hasta la muerte.
Luis Martín y Jose:
¡Por fin! ¡Alguien que quiere partir de un escenario de colapso!
Se merece un post el tema.
Los Meadows y Forrester en sus modelos de límites plantearon escenarios BAU y tecno-optimistas. La conclusión es que ya no hay tiempo para evitar el colapso si se cumplen sus hipótesis. Ellos remarcaron que fueron optimistas (no lidiaron con las consecuencias de la desigualdad, no guerras mundiales, no pandemias, no corrupción de las élites, las consecuencias ecológicas hoy sabemos que son peores…). Y remarcaron también que una vez comenzado el colapso o en sus cercanías sus modelos no eran válidos (al cambiar las reglas de juego y la interacción de las variables, ya no sirve), es decir, cómo va a discurrir el futuro iniciado el colapso no es modelizable. El sistema se hace caótico e impredecible aunque sí podemos hacernos una idea de por donde no puede discurrir. Cuando uno juega con escenarios de este estilo lo que se encuentra -en lenguaje del caos- son puntos de bifurcación precisamente en el entorno del «pico de civilización», a partir de ellos la tendencia es a ir a un atractor de colapso, más o menos rápidamente.
El BAU tiene mucha inercia por lo que no puede haber ningún escenario puro. Es decir, no va a haber una Transición simple y ordenada aunque las ideas de Transición siguieran creciendo exponencialmente. Pero tampoco habrá necesariamente un escenario BAU puro hasta la muerte porque hay también otras inercias «positivas»; tenemos sesgos cognitivos y mitos culturales que vencer, pero también la supervivencia, el organizarse en épocas de vacas flacas, héroes anónimos etc. surgen. Dobles tendencias difíciles de intuir hacia donde van a conducirnos.
Existe la probabilidad de autodestrucción (guerra atómica, biológica o quimica de escala mundial, un ébola contagioso como la gripe descontrolado… precisamente porque estamos colapsando), pero existe también la probabilidad de cambios históricos y positivos. Cuando se está en un sistema en el borde del caos, a veces, un pequeño subsistema es capaz de expandirse y llenar y transformar «rápidamente» todo un sistema. No es predecible cuál será ese subsistema y por ello soy de los que tratan de apuntarse a todas las «olas» por si es el caso. Una de las primeras que viví fue el movimiento 0,7% y el de objeción de conciencia. No importa, alguna funcionará, más probable cuanto más en el periodo de caos estemos. (También aumenta la probabilidad de cosas como Hitler).
La revista 15/15/15 (http://www.15-15-15.org/) es un esfuerzo de imaginación con sesgo realista-optimista en el sentido de imaginar escenarios precisamente en el 2030.
Carlos de Castro
Trabajo en la City de Londres. Yo os puedo comentar desde aquí que, desde el punto de vista del tema que nos ocupa, los inversores institucionales se dividen entre los mainstream/business-as-usual (quienes representan apropiadamente el 90% del capital invertido en los mercados) y el creciente grupo de los inversores SRI (Sustainable and Responsible Investors), a quienes sigo de cerca, los cuales representan un porcentaje cercano al 10% de las inversiones disponibles. De este segundo grupo la gran mayoría han optado por monitorizar el riesgo que representan las inversiones con mayor exposición al riesgo de cambio climático, en términos de emisiones CO2. Y solamente una pequeña parte, como a buen seguro habéis leído ya (Storebrand, AP2, etc) han dado un paso más allá y han decidido vender sus acciones en compañías mineras del carbón y petroleras más expuestas al cambio climático. Pues bien os puedo decir que todos los sesgos cognitivos que se mencionan en el post son de aplicación tanto a inversores mainstream como SRI. Es chocante como existe una fe ciega en que o bien la transición no es necesaria (mainstream) o bien en que seremos capaces de llevarla a cabo fácilmente con renovables (SRI y voces como Naomi Klein, Carbon Tracker, etc). Suelen aducir que lo que se necesita es simplemente transferir capital del sector del Oil&Gas y mineros a proyectos renovables…y que haciendo esto nuestro modo de vida continuará plácidamente, el cambio climático se limitará a 2C y las inversiones continuarán generando rentabilidad. Es decir, ambas tipologías de inversores no quieren afrontar la realidad de manera objetiva y trabajar para minimizar el impacto de los cambios que se avecinan. Nuestra adicción a la energía barata y al optimismo ciego puede arruinar nuestro confortable modo de vida y civilización de manera repentina. El tipo de mensaje brillantemente expuesto en el post lo calificarían como catastrofista y negativo. La gente lo que quiere es divertirse y evitar los problemas…Happy Days!! Enhorabuena por vuestra labor de investigación y divulgación.
Genial artículo, como habitualmente. Muchas gracias por vuestra incómoda labor de divulgación.
Yo también estoy de acuerdo en que el colapso es inevitable. Lo que esta en juego es el control de daños, es decir, si será relativamente «ordenado» y por etapas, o si por contra será abrupto y traumático.
No acabo de entender la crítica a la permacultura y a otras soluciones o paliativos de pequeña escala, aunque fuese en plan supervivencia en grupos relativamente pequeños.
Esta claro que esta no es una «solución a escala de sociedad industrial», y que obviamente no se puede movilizar a la mayoría de la población (que ni sabe, ni quiere oír hablar sobre estos temas), pero al menos si puede dar sustento y servir de transición resiliente, en un caso de colapso «menos malo». Un escenario adverso, de guerra mundial, de pandemia o similar, obviamente no es algo a lo que nos podamos preparar, ya que los cisnes negros suceden, y son difíciles de preveer.
Me gustaría saber que propone el autor para estos tiempos de colapso, como estrategia de sociedad, ya sea en grupos grandes o pequeños.
Muchas gracias de antemano,
Max Roc
Estoy de acuerdo contigo. La crítica a la permacultura es a esa parte que cae en lo que también Miguel de la City arriba denuncia. Las renovables nos están decepcionando porque han seguido la (i)lógica del sistema y lo que quiero advertir es que la permacultura debe tener cuidado y no considerarse una solución tecnológica más (sería tambíen absorbida/pervertida por el sistema, como está haciendo con una parte de la agricultura ecológica). Yo no lo veo contradictorio: sé que nuestra energía será renovable y que nuestra cultura y agricultura será permacultura, son condiciones necesarias, pero no suficientes. Por supuesto que tengo bombillas de led, voy en bici al trabajo y cierro el grifo, ¡es tan obvio! pero sé que no es suficiente ni nunca lo ha sido.
El colapso no será ordenado y por etapas, tendrá muchos traumas. Pero ante esta realidad, tampoco tiene porqué ser una catástrofe absoluta. Es como vivir en Francia en 1939. Uno puede prever que Hitler va a hacer mucho daño y que ya es inevitable su dominio. Pero eso no quita para que intentemos organizar una resistencia a la vez que seamos conscientes que habrá quien se venda y traicione a su propio pueblo y que habrá mucho dolor.
Propongo redes locales, como propone Ted Trainer (The transition to a Sustainable and Just World, que va a ser traducido al español) o como soñaba también Gandhi. En mi caso sabiendo que la cosa aún así no será tan idílica (aunque se hiciera bien) como la que proponen y que no da para 7000 millones de humanos. Y sobre todo, propongo que lo más importante no es mirar qué soluciones técnicas podemos disponer, sino trabajar en aspectos éticos y de valores: cooperación, solidaridad, pacifismo, amor, empatía. Esas son las tecnologías imprescindibles. Sin ellas, algunas ideas me suenan a los preparacionistas norteamericanos: un callejón sin salida.
Propondría empezar a pensar qué valores queremos que discutan/adquieran las generaciones del futuro y de cuáles debemos desprendernos. Aún en el medio del caos. Cambio de mitos culturales: hacia un matriarcado local, hacia una filosofía y ética que amplie la empatía a Gaia entera, hacia la ampliación de las libertades de lo común y hacia una frugalidad de la voluntad de poder (lo vemos en el próximo post).
Carlos de Castro
No me vale, Carlos, sigue siendo estéril, igual que cerrar el grifo y cambiar la bombilla. Los sesgos están ahí, igual que el sesgo al catastrofismo, que también es un vicio, también se convierte en una «identidad del ego» a las que uno se aferra. Uno se aferra a ser una oveja negra catastrofista mientras todos los demás van hacia el colapso…
La única cuestión es si quieres o puedes hacer algo para evitar esto que ves que va a pasar, egoista o altruistamente, solo o comunitariamente, o si no te apetece ni puedes hacer nada. Aunque probablemente sobrestimes tu capacidad, pero es igual, si no haces nada te angustias más.
Eso no quiere decir que todas las soluciones que has nombrado sean estériles, todas ellas son válidas, algunas mucho más que otras. Lo que pasa es que no se aplican masivamente, no es que sean malas.
No entiendo. ¿Qué es estéril? ¿El sesgo catastrofista? Si es a lo que te refieres, pues sí, el sesgo catastrofista es otro sesgo.
Si a lo que te refieres es a que tengo ese sesgo, pues te equivocas. Tengo un cierto sesgo optimista, pero no hacia la tecnología, sino hacia la bondad intrínseca del ser humano (sin la utopía de que «to er mundo es bueno»).
La permacultura -lo que tiene de tecnología-, las renovables, bioconstrucción, etc., repito, son imprescindibles y también válidas, pero aunque se aplicaran masivamente no serían suficientes. Y el problema es que la mayoría de sus defensores no lo ven así, como tecnologías válidas a escala locan pero no masiva, porque no salen las cuentas. No hay tecnología que permita en este planeta la pervivencia digna de 7000 millones de personas de forma sostenible este siglo. Dudo incluso que a largo plazo puedan mantenerse a más de 1000 millones. Eso no es catastrofista, eso es reconocer los límites de la permacultura, las renovables y demás tecnologías. Lo único que no tiene límites es el amor, así que usémoslo como nuestra mejor estrategia y mayor poder.
Carlos de Castro
Creo que olvidáis el factor tiempo. No es lo mismo el largo plazo que las próximas décadas. Yo sí que creo que el planeta es capaz de alimentar a más de 2000 millones de humanos en este siglo, incluso a los 7000 que tenemos, todavía queda una parte del petróleo y del carbón, y todavía hay infraestructuras que funcionan, el que tuvo retuvo. Alimentar, ojo, sólo alimentar. Otra cosa es dentro de dos o tres siglos, eso no lo sé.
Los seres humanos pueden vivir con muy poco, un homeless consume muy poco, un ugandés medio también.No es tan fácil exterminar a los seres humanos…salvo en caso de guerras.
El problema está en qué se considera «digno», porque el que no considera digno no tener aire acondicionado en verano no tiene más salida que la guerra. Ese es el principal problema, no tanto la capacidad de las tecnologías o de la permacultura o del planeta para alimentar humanos.
Y…si, hay que tener cuidado porque nosotros somos víctimas del sesgo catastrofista a veces, y a veces tendemos a olvidar inercias que también son muy obvias, así como otros son dados a aferrarse al BAU y a la inercia del pasado y no ver que todo está cambiando.
Marga M.
No, no olvidamos el factor tiempo. A largo plazo (siglos), dudo que podamos ser más de 2000 millones, con cualquier tecnología imaginable ahora y con cualquier «dignidad». A corto plazo, este siglo, no vamos a poder alimentar a 7000. Olvidas las realimentaciones del sistema. Olvidas que «alimentar a la humanidad» no es el único factor, la única variable. Cometes el típico error de hacer cálculos teóricos de cuantas tierras cultivamos ahora insosteniblemente y cuantas necesitaríamos. ¿Y el cambio climático? ¿Y la pérdida de biodiversidad por el camino? ¿La desertización imparable, la contaminación del agua? ¿Y la desigualdad? (¿o es que en el mundo teórico de la permacultura no habrá desigualdad?). El sistema como un todo, no una parte; ese reduccionismo es el que nos ha llevado al callejón sin salidas fáciles que tenemos ahora.
En realidad creo que en el fondo no queremos enfrentarnos a la variable población, nos da miendo, no es polite. es polite hablar de la enorme desigualdad en el consumo, de las malas tecnologías y demás. Pero no de la población y la posible planificación de su degrowth (ética, religiones, culturas…).
Mira la huella ecológica de África (como conjunto un continente poco densamente poblado y lleno de recursos), hoy es de 1,1 hectáreas frente a una biocapacidad de 1,3 hectáreas. ¿Se puede mantener su población con su «pobre» forma de vida? No. La biocapacidad significa que todo el continente estaría dedicado a los seres humanos, lo que es imposible porque muchas funciones ecosistémicas -que no evalúa la Huella Ecológica- solo se pueden hacer si se deja biocapacidad libre. Además, esa biocapacidad per cápita se la van a ventilar, irremediablemente, en cuanto sigan aumentando su población (su inercia les llevaría a reducir la biocapacidad per cápita a menos de 0,5 hectáreas este mismo siglo). Además, el valor 1,1 (de 2006, hoy algo mayor) es un dato conservador (la Huella Ecológica real hay que multiplicarla por un factor de 2 a 10, haz las cuentas con un factor 5 por ejemplo y mira a ver si existe un solo país sostenible con este indicador en la mano, que hay más variables no reducibles a hectáreas). La huella ecológica noi tiene en cuenta que su modo de vida, el de los africanos, ya está desertizando desde hace tiempo (además del cambio climático o prácticas de multinacionales externas a ellos). Y esto en el continente de bajo consumo e impacto.
En otro post hablaré de la población y sus límites desde otra perspectiva-variable más.
Carlos de Castro
Estimado Carlos: Indudablemente el escenario más posible es el de colapso. Creo que la mayoría de quienes hemos estado informándonos los últimos años sobre todas estas cuestiones (el «pico de todo» tal como lo llama Heinberg) sabemos muy bien que la civilización industrial tiene los días contados y que nos asomamos hacia el abismo de tiempos asombrosamente impredecibles y turbulentos. Sin embargo no creo que podamos segmentar el futuro en forma excluyente de las 3 opciones propuestas por Luis Martin Benito, sino que lo más probable es que en este proceso transitemos un cambio gradual que incluya las 3 variables dentro de un sistema dinámico. Me explico: el 90% de la humanidad (por arriesgar una proporción) continuará mientras pueda en su mundo de fantasías BAU hasta que la realidad los haga chocar contra el muro de los límites de la naturaleza. Aprox un 9% apostará todas sus fichas al amplio menú de tecno optimismos, probablemente las élites comiencen a invertir más y más en estos terrenos creyendo en su propia salvación. El 1% restante creerá que con la permacultura y los cuentos de hadas de las comunas en transición se tiene a mano la solución, cuando es evidente que no hay suelos fértiles ni naturaleza disponible para que 7000 millones de personas vivan de esa forma. Sin embargo estas proporciones arbitrarias no serán estáticas sino dinámicas. A medida que más y más se haga evidente los choques contra el muro del BAU y los tecno optimismos surgirán alternativas quizás hoy impredecibles mediante las cuales ese escaso 1% de quienes hoy buscan la salida permacultural-transicionista se vaya incrementando. Por supuesto esta gran transformación no será tranquila y es una incógnita si realmente viviremos en un escenario Mad Max totalmente descontrolado, si nos aniquilaremos todos ya sea por cambio climático descontrolado o apocalipsis nuclear, o si alguna forma de creatividad y solidaridad social hoy no visible pueda surgir para que al menos una fracción de la humanidad pueda hacer realidad lo que hoy parece una utopía: vivir dentro de los límites naturales y termodinámicos. Saludos y felicitaciones por el blog!
De acuerdo. Y estando en ese de acuerdo, hay que luchar y apostar por esa Transición digna. El riesgo de extinción existe, pero no es una apuesta válida. En el futuro se vivirá dentro de los límites, yo no tengo dudas. Y merecemos la pena en este planeta. Hoy somos un cáncer, pero podemos volver a mutar, porque no somos un cáncer genéticamente sino culturalmente, y las culturas cambian, se cambian, pero en siglos. Quizás podemos trabajar pensando en la humanidad del siglo XXII, eso nos daría la paciencia y resistencia, al dolor que se nos viene, necesarias. A mí me vale por lo menos. Los cuentos de hadas se harán realidad, estoy bastante convencido (mi sesgo) pero no los viviré yo ni los de la próxima generación (aún así lucho por la 7ªgeneración y por eso escribo en este blog).
Otra analogía: nos dice el médico que tenemos obesidad mórbida (¿le llamamos catastrofista?) y que además de cambiar radicalmente nuestros hábitos hay que operar. La operación y el post-operatorio serán muy dolorosos (¿le llamamos catastrofista?), pero hay esperanzas en que en un tiempo largo esté recuperado.
El paciente BAU no se cree que esté obeso.
El paciente tecno-optimista cree que basta una operación quirúrgica.
El paciente transición quiere además cambiar de hábitos.
¿Saben estos dos últimos pacientes que le va a costar mucho esfuerzo o dolor superar su enfermedad?
El mejor paciente -creo- es el de transición optimista con su curación pero realista/pesimista en cuanto a lo que le va a costar (si uno es optimista con esto último se relaja o se decepciona).
Como médico, yo no opero ni soy psicólogo (aunque tenga cierta idea de cirugía y psicología), soy el médico de cabecera que diagnostica a los tres pacientes. El primero solo acude a la consulta tras un infarto. El segundo se opera y sigue fumando y comiendo como loco, a la espera de otra operación. El tercero a veces cae en manos de astrólogos. Como médico me preocupan todos (y mi propia obesidad).
Carlos de Castro
Interesante artículo sobre sesgos cognitivos. No debemos olvidar que los sesgos son hijos de la heurística (What you see is all there is), las simplificaciones que son inherentes a los seres humanos. No se si habéis leído a Kanheman y Tversky, pero en el tema del comportamiento con el riesgo esta tratado en su teoría de las perspectivas por la que Kanheman recibió el Premio del Banco de Suecia en Economía en memoria de Alfred Nobel en 2002 (Tversky había fallecido antes)que sustituye o, al menos, debería sustituir a la de Bernoulli de la utilidad esperada santo y seña del marginalismo.
Yo insisto en que el problema esencial es el paradigma económico dominante y su visión pre-analítica que ve a la economía como el todo relevante (imperialismo económico). Pero eso tiene su fundamento en algo que creo no se tiene en cuenta aunque está implícito en el BAU. Lo esencial es la cuestión de haber hecho a la gente creer que la economía es una ciencia positiva, libre de valores (no normativa), que proporciona soluciones indiscutibles como quien formula una ley natural. En realidad la economía es un subesfera de la política y una ciencia social normativa, decir lo contrario es mentir.
Desde el punto de vista económico el problema se encuadra si consideramos que la economía es una subesfera de la esfera social y de la esfera ecológica que incluye a las dos. Una vez hemos reconocido los límites aparece una cuestión de la escala ópitma que a los economistas no nos es desconocida a nivel microeconómico, donde existen costes de oportunidad, pero es completamente ignorada a nivel macro, donde como la economía no es contenida por nada puede crecer sin costes de oportunidad.
En un mudo vacío o en una economía cowboy esos costes no son lo suficientemente relevantes para ser tenidos en consideración, la teoría que los ignora es una teoría efectiva. Sin embargo, en un mundo lleno o en una economía astronauta la cosa es diferente, y la teoría que es factible en el Jardín del Éden (http://economiapangloss.blogspot.com.es/2014/05/la-economia-del-jardin-del-eden.html) no lo es cuando las productividades de las causas eficientes de transformación (Capital hecho por el hombre y trabajo) no disponen en la sombra de aumentos de la causa material (recursos de baja entropía) y de las consecuencias de la transformación en residuos de alta entropía. La productividad económica debe ser medida con todos los demás factores constantes, pero si los ignoras no tienen porque se constante y mides aumentos de productividad que atribuyes al factor cuando en realidad son aumentos de los factores ignorados.
Disculpas por está disgresión económica, la cabra siempre tira al monte.
Saludos
El problema con la economía como el todo relevante seguiría en cualquier tipo de economía (mayor o menor), es un sesgo de anclaje (nuestra cultura ve la variable económica solamente como relevante) pero también de «mito cultural» que trataré en el post siguiente.
En cualquier caso, mitos culturales y sesgos cognitivos son barreras que debemos superar. Es decir, tenemos un problema de techo (límite infranqueable) y de barreras que saltar, nos queda un túnel estrecho por el que circular durante un tiempo.
En cuanto a la economía, los ensayos realizados durante el último siglo, partieron de ignorar los límites. Y los seguirán ignorando mientras no cambien profundamente porque hunden sus raíces en mitos culturales anclados anteriormente.
Carlos de Castro
A veces, los sesgos tienen cierta lógica. Al fin y al cabo nuestro cerebro no ha evolucionado en la búsqueda de la verdad sino de la supervivencia. Me viene a la mente una frase de Séneca:
«Duele más de lo necesario lo que duele antes de lo necesario.»
Si todo es inevitable y si nada de lo que hagamos va a servir, entonces ¿qué sentido tiene adelantar los detalles de la desgracia?
¿Para qué escribir una predicción que caso de cumplirse nadie agradecerá, y caso de no cumplirse nos dejaría como idiotas?
En mi opinión las emociones son otra forma de conocimiento. Pero cuando tiene un peso excesivo pueden hacernos pasar de un optimismo fundamentalista a un derrotismo suicida. Soy pesimista pues las cosas no pintan nada bien, soy catastrofista pues los cambios que se avecinan probablemente tengan un impacto que difícilmente puedan calificarse de otra manera. Pero no soy derrotista, la vida no es derrotista, no es fruto de la situación mas probable, si hay algún resquicio la vida lo encontrará.
Los sesgos cognitivos, nos dicen los psicólogos, efectivamente tienen sus raíces en la supervivencia. El optimismo explican que es debido a la toma de conciencia de la propia muerte; sería insoportable si desde niños no creyéramos que «a mi no me va a pasar». Sin embargo, esos sesgos son matizados y reforzados en ocasiones por los mitos culturales. En nuestra cultura nuestro optimismo se tiende a dirigir hacia la tecnología (y no hacia la capacidad de amar del ser humano). En los últiimos años buena parte de mis aportaciones académicas han ido en contra de ese tecno-optimismo que se aleja del realismo.
En cuanto a lo que es inevitable y lo que no. Es inevitable ya cierto caos climático durante milenios, pero es evitable, aún, un caos climático tan catastrófico que elimine a la mayoría de las especies incluida la nuestra. Es inevitable un descenso relativamente rápido y profundo -desde ya y durante décadas- del consumo energético, del uso de materiales, del bienestar material, pero es evitable que ese descenso nos lleve a las cavernas. Es inevitable que la población humana se vea reducida a menos de 5000 millones de personas a lo largo de este siglo, pero es evitable la casi extinción. Es inevitable el fin de esta Civilización durante este siglo, pero es evitable que la nueva Civilización tenga las mismas raíces y mitos culturales que la actual. Por tanto hay mucho trabajo positivo por hacer.
Me gusta la distinción entre catastrofista y derrotista. Efectivamente, se puede ser catastrofista en el sentido de decir que nuestra enfermedad cultural va a pasar por «catástrofes» (dolor, violencia, hambre, dictaduras, guerras…) pero no derrotista en el sentido de pensar que la enfermedad no tiene curación; lo que no tiene curación es nuestra cultura, pero sí hay esperanzas de crear nuevas culturas libres de nuestra enfermedad.
Carlos de Castro
Hola de nuevo. Es interesante el debate que se ha abierto desde mi primer comentario, pero cuando yo hablaba de escenarios, me refería a criterios de comportamiento y parámetros de resultados. Es decir, siguiendo el ejemplo de la obesidad planteado por Carlos, ¿por qué no planteamos al paciente (sociedad) cuáles serán los criterios terapéuticos, los daños colaterales y los objetivos que queremos conseguir? ¿Cuál es la población dentro de «los límites naturales y termodinámicos» que plantea Horatiux, y qué haremos con el resto (control poblacional/migraciones)? (porque como Quim plantea en su artículo de 15/15/15: «Cuando a finales de los malogrados 10s, la crisis se agudizó, mucha gente marchó. Por lo que me han contado, eso sucedió en todas las áreas urbanas. ¿A dónde fueron? No tengo la menor idea, pero la población se redujo.». ¿Cómo estableceremos una coordinación entre experiencias de transición si no disponemos de comunicaciones? Hablamos de democracia participativa, pero, ¿Será posible en un escenario de transición caótico?. Sin ánimo de caer en paranoias preparacionistas, a veces me parece que nos perdemos en discusiones nominalistas o un cierto voluntarismo ingenuo.
Cada paciente necesita una estrategia distinta.
El paciente BAU necesita reconocer que está enfermo. La mayoría sigue sin saber nada del pico del petróleo y si ha oído hablar del cambio climático o de la sexta gran extinción masiva de especies, le parece cosa del futuro. La mayoría no sabe que existe un Tercer Mundo porque existe un Primero (cree que es circustancial o mérito de Europa vivir mejor que en África), etc. Los estudiantes «ven» estas cosas en el colegio y los institutos, pero sus sesgos cognitivos (y de muchos de sus profesores) y mitos culturales (que aprenden más en la TV, internet y twitter que en los libros) les hace olvidar o apartar lo que no es agradable. La estrategia es necesariamente lenta y en ello yo estoy al menos desde 1990. Este post pretende hablar de la importancia de reconocer esos sesgos cognitivos. Es decir, de que en las escuelas también hay que enseñarlos, tanto o más como cambio climático, biodiversidad, desigualdad etc. e incluso tanto como matemáticas.
El paciente tecno-optimista es el que reconoce la enfermedad, pero le basta una reforma para evitar el problema. Confunde el diagnóstico y sus consecuencias. Esto es relativamente nuevo (en mi caso llevo desde aproximadamente el 2000 tratando con este problema-sesgo); es un paciente que tiende a ofenderse cuando le dices que su obesidad no se arregla con una operación (lo he vivido repetidamente en algunos círculos progresistas y ecologistas). Por suerte muchos de ellos desean también cambiar de hábitos en lo más profundo de su ser.
El paciente Transición es relativamente nuevo para mí (últimos cuatro o cinco años, yo soy un paciente de estos). Tiende también a ofenderse cuando le dices que el cambio de hábitos llevará mucho tiempo y va a ser muy duro física y psicológicamente y que el sobrepeso es tan elevado que la reducción va ser mucho mayor que la que inicialmente quería o pensaba hacer.
Así, tus preguntas son lícitas: la coordinación entre experiencias de transición si las comunicaciones son mucho más difíciles será una dificultad. Leo a Ted Trainer y me surgen las mismas dudas que a tí. La participación democrática, la libertad de la comunidad por encima del individuo, el Simpler Way que defiende, sí claro que sí, hay que intentarlo, pero sabiendo que no lo vamos a conseguir durante las próximas generaciones humanas, es imposible pero es necesario. Y es imposible porque se necesita un cambio de Civilización y eso requiere tiempo. Lo que querría gritar es que eso no nos tiene que hacer derrotistas, que es lícito luchar por y para generaciones que no vamos a tener el gusto de conocer. Que el que seamos conscientes de nuestra falta de Control, no implica que no debamos intentarlo, por amor y generosidad hacia el futuro, porque se lo debemos.
Estoy convencido de que la inmensa mayoría de los proyectos de transición colapsarán (por problemas internos: herederos de los mismos sesgos cognitivos y mitos culturales, y por problemas externos: ¿qué harán las comunas cuando sean invadidas por tres millones de madrileños muchos de ellos armados? ¿Qué harán cuando los ecosistemas no den para integrar a 9000 millones de personas?), sin embargo, durante esas generaciones irán aprendiendo, se irán adaptando, EVOLUCIONARÁN.
Efectivamente entre las paranoias preparacionistas (típicas del mito del cow boy) y el voluntarismo ingenuo (el «Podemos» que peca de sesgo de control y ante el primer o segundo palo tiende al derrotismo) hay otras vías.
Y siempre nos quedarán los Yanomami o similares, ellos ya están preparados/adaptados. En ese caso extremo quizás podamos dejar Pirámides, no para enterrar al Faraón, sino para enterrar nuestra ciencia y arte, que sí hay cosas válidas de nuestra cultura que merecen las generaciones del futuro.
Carlos de Castro
Creo que debo ser un catastrofista, no me sienta cómodo reconocerlo, pero más vale asumirlo. Inclusive a veces me siento derrotado. No creo ser derrotista, pero muchas veces mis fuerzas para seguir actuando por amor a las generaciones futuras flaquean y me veo a mi mismo bajando los brazos. Me pregunto si alguno de ustedes ha encontrado alguna manera para que esto no nos suceda, porque indudablemente debemos seguir haciendo todo lo que creemos necesario para intentar abrirle la puerta a alguna chance de evolución. Y soy catastrofista porque lamentablemente no veo otra salida que la reducción de la población por la vía dramática que determinará el comportamiento humano a la hora de la verdad. No son rápidos los procesos para cambiar los sesgos cognitivos ni los paradigmas que rigen nuestra vida. El paciente BAU (la enorme mayoría de la gente) continuará sin poder ni querer reconocer que está enfermo, hasta que la cosa ya no funcione por completo. En ese momento su psiquismo entrará en crisis total y lo impulsará a acciones primitivas, casi seguramente caóticas o violentas. Basta observar hechos aparentemente aislados de la realidad actual para predecir con bastante certeza esta tendencia. Como ejemplo, durante el último verano en la ciudad de Buenos Aires se produjeron picos de consumo eléctrico superiores a lo que las vetustas redes de distribución podían soportar, ocasionando cortes del suministro en grandes áreas densamente pobladas de la ciudad. El malhumor de la gente fue inmediato, al tener que soportar altas temperaturas y no poder utilizar sus aparatos de aire acondicionado salieron a la calle a organizar protestas, quemas de neumáticos, cortes de calles y todo tipo de protestas para que «alguien» se ocupe inmediatamente de reestablecer la «normalidad». Si este tipo de cosas pasan luego de unos pocos días de no poder sostenerse el BAU, es fácil extrapolar dicho comportamiento humano y proyectarlo hacia supuestos más dramáticos y prolongados en el tiempo. El panorama es más pesimista inclusive si analizamos que dentro de los que podríamos autodefinirnos como «transicionistas», también tenemos que lidiar con no pocos aficionados a la magiciencia de toda clase, los móviles perpetuos, la energía libre y una infinidad de fantasías carentes de sustento, pero que cautivan a muchas personas bien intencionadas. Encima que somos pocos, solemos encontrarnos solos entre nuestros propios semejantes… ¿Cómo hacemos con todo esto? ¿De dónde sacamos fuerzas para seguir intentando abrirle puertas al amor?
Llevo 25 años preveyendo la catástrofe que se nos viene encima, mi ventaja es la experiencia de pasar por muchas fases y haber tenido la suerte de tener un trabajo que me ha permitido profundizar en el tema -han sido cientos de libros y muchas horas diarias-. Durante los primeros 15 años estuve convencido de que el instinto de supervivencia y las fuerzas solidarias se unirían a la razón (la razón que nos lleva a ver lo que va a pasar) para hacer una Revolución Solidaria. Pero a la deforestación, cambio climático, pérdida de diversidad y desigualdad humana se unieron pico del petróleo, ciclos ecológicos, agua, suelos, mala ciencia y realimentaciones cada vez más profundas. Ves como el tiempo se escapa y ves como la inercia del sistema es mucho mayor que la que creíste. Te das cuenta de que eres un optimista recalcitrante. Investigas sesgos cognitivos, y ves que no ayudan. Analizas la historia y ves los mitos culturales y sus inercias, no ayudan tampoco. Finalmente tienes claro, con esa pequeña minoría dentro de la minoría de los «transicionistas» que la catástrofe es inevitable. ¿De dónde sacas las fuerzas? ¿Cómo mantienes amigos entre los BAU, los tecno-optimistas de buen corazón y los transicionistas optimistas?
En mi caso haciendo dos esfuerzos. El primero manteniendo el optimismo en la bondad humana. Por suerte al investigar sobre el todo y sus realimentaciones me di cuenta que el neodarwinismo era una teoría científica con muchos sesgos y demasiado sencilla para explicar la biosfera. Empecé a trabajar -desde hace más de 25 años- sobre hipótesis alternativas; hoy defiendo una teoría propia que llamo Gaia orgánica. Desde esta teoría científica el egoísmo intrínseco al neodarwinismo y que lo movía todo ahora mueve poco. Pronto me di cuenta que el tecno-optimismo solía venir de la mano de un humano-pesimismo fruto en parte de la aceptación del neodarwinismo (o del neodarwinismo con matices como se lleva por parte de los no tan pesimistas). Gaia orgánica te permite dos cosas: minimizar el antropocentrismo que paradójicamente es una losa en nuestra supervivencia y aceptar que el futuro de la humanidad pasa por integrarse de alguna manera de nuevo en el organismo al que pertenecemos/pertenecíamos. Podemos hacer un papel en la Historia de este planeta y si lo hacemos mal el planeta continuará haciendo Historia. Desde la ciencia llego a esa situación análoga a las filosofías orientales, donde se asumen las cosas que se nos vienen con «tranquilidad» pero a la vez hay cabida para el amor (que nos es pasivo frente a esas cosas que se nos vienen).
La segunda fuente de «fuerzas» es trabajar con el objetivo puesto en un futuro lejano (que no voy a ver), pase lo que pase en esta generación y en las siguientes, algo se puede hacer por y para la generación 7ª.
Estas dos ideas me ayudan. No sé si a los demás lo podrán hacer. Y como sé que durante la catástrofe el derrotismo nos puede bloquear (tanto como el «We can» una vez que estemos en la catástrofe), por eso también trato de exponerlas, por si sirven de ayuda.
Carlos de Castro
Me ha llamado mucho la atencion lo que nos cuenta Horatiux respecto a lo que paso en Buenos Aires cuando no se pudo proveer electricidad para los aparatos de aire acondicionado. «La gente» se enfadó, salio a la calle a alborotar y exigir que alguien hiciera algo.
Ese proceder de «la gente» no es otro que el inculcado por el modo de ejercicio normal de la autoridad.
La autoridad se enfada, se obedece y se hacen cosas. El enfado es amenaza de violencia aderezado con anticipos mas o menos verosimiles de lo que podria estar por venir. El enfado es el recurso a la violencia para conseguir lo que el violento no ha podido ni podria conseguir por si mismo y tiene que exigir que se lo provean. Es la actitud del depredador que saquea los viveres y riquezas producidos por otros, es la violencia del esclavista que hace trabajar de por vida al vencido al que pudo quitar la vida, sea en la batalla sea en la pura razzia de saqueo, es la violencia del feudal que se declara dueño de un territorio y exige sumision y subsuncion al mismo de quien le implore tratar de ganarse el sustento cultivando en esa propiedad suya, es la violencia del empleador que se aprovecha del hecho de que todos los medios de ganarse la vida son propiedad de algun empleador, con lo que a la mayoria no nos queda otro remedio que aceptar una relacion laboral, en cuyo ambito se reproducen en diversa medida la desposesion de dignidad y lo producido como en el caso del esclavo y del siervo feudal.
No creo que «la gente» sea asi, sino que ha sido condicionada, programada, educada para ser asi, al punto que el esquema se reproduce incluso en la relacion paterno-filial.
La jerarquia raramente esta basada en el merito y la competencia, esta basada en el poderio del enfado y se ejerce de modo depredador, pues el principal y permanente punto del orden del dia es asegurar esa autoridad, garantizar la sumision y la dependencia del subordinado.
Para mi ese es el sesgo mas peligroso y dificil de modificar, el que garantiza la deriva hacia el colapso. ¿Como que no? Recuerde la mas reciente ocasion en la que ud resolvio algun asunto enfadandose.