Bonito titular ¿verdad? Es todavía más bonito que los que aparecieron hace unas semanas en los diarios acerca de las posibilidades del gas de esquisto y el petróleo en España, como el de Expansión el 24 de marzo: “España puede crear 250.000 empleos en 20 años con la producción de hidrocarburos”, o el de El País ”El sueño del oro negro español”. Estos titulares comentaban el informe que Deloitte y la Asociación Española de Compañías de Investigación, Exploración, Producción de Hidrocarburos y Almacenamiento Subterráneo (Aciep) ha realizado con el título de “Análisis del impacto del desarrollo de la exploración y producción de hidrocarburos en la economía española”.
Nuestro titular no sólo habla de crear puestos de trabajo como los de ACIEP y Deloitte, habla de cuatro veces más empleos. Es todavía mejor. Pero tiene truco. Tiene truco porque es muy fácil hacer pronósticos sobre el papel y resumirlos en titulares generosamente optimistas, pero el de la industria del fracking también tiene truco, y, sinceramente, no sé cuál de los dos es más realista, cuál exhibe más optimismos injustificados ni tampoco cuál se basa en datos más fiables.
Porque el informe de las compañías de hidrocarburos tiene un talón de Aquiles muy importante: se basa en unas estimaciones de reservas con una incertidumbre enorme. Los propios autores lo reconocen en el texto en frases como estas: “Para interpretar correctamente los resultados de este estudio, conviene recordar que estos recursos prospectivos representan estimaciones probabilísticas de los recursos cuya explotación es técnicamente viable. No se trata de reservas probadas, ni se han estimado en base a una caracterización detallada de todas las cuencas consideradas. Por lo tanto, estas estimaciones conllevan necesariamente un nivel de incertidumbre elevado.[…] Otros aspectos como el coste de extracción de los distintos yacimientos y la evolución de las condiciones del mercado podrían condicionar la viabilidad comercial de estos recursos.”
Es decir, todavía no hay estudios de campo que permitan saber cuáles son las reservas ni si realmente es rentable extraer hidrocarburos no convencionales en España, pero la industria ya está calculando una detallada estimación de los puestos de trabajo para vender el producto… ¡un caramelo difícil de resistir en un país con cinco millones de desempleados! Buena estrategia publicitaria para un estudio técnico muy escaso.
Pero incluso si el estudio de Deloitte y Aciep tuviera datos más fiables sobre las reservas probadas y hubiera hecho una estimación seria de los puestos de trabajo, sigue siendo un informe parcial que no es capaz de decirnos cuál es el impacto económico de los hidrocarburos no convencionales en la economía española, como reza su título. Para poder estimarlo se deberían también incluir las consecuencias negativas. Ya se conoce que en EEUU la explotación de gas de esquisto está teniendo impactos muy importantes: contaminación de acuíferos, suelos y aire, ocupación de territorio, pérdidas en la agricultura y en el valor de los inmuebles situados cerca de los pozos, etc. Estas consecuencias serán mayores en Europa, mucho más densamente poblada, mientras los beneficios se verán sustancialmente rebajados en países como España que no ha tenido nunca una explotación de petróleo y gas convencional significativa.
No estaría mal estudiar cuántos puestos de trabajo se pueden perder en el Norte de Burgos, el Sur de Cantabria, Baleares o Canarias, regiones que viven de un turismo basado en la calidad de sus bosques, mares y ríos. También se echa de menos un estudio serio sobre los posibles efectos del gas de esquisto sobre la ganadería, la agricultura, la exportación de vinos, el abastecimiento de agua potable, etc. Sólo así se podría ver realmente si el gas de esquisto y el petróleo no convencional crean más puestos de trabajo de los que destruyen.
En los últimos años se están volviendo habituales este tipo de titulares que nos hablan de energía y de las grandes posibilidades de alguna tecnología más o menos novedosa. Se habló en su día del proyecto Desertech “el gigantesco proyecto solar del Sáhara abastecerá a España en 2015”, de los coches eléctricos que serían “el avance generador de empleo del país”, de las nuevas generaciones de centrales nucleares que iban a ser mucho más económicas, seguras y rápidas de construir (como la de Olkiluoto-3, en Finlandia, que lleva cinco años de retraso con un sobrecoste de más del 100% sobre el precio inicialmente fijado). Se ha hablado del hidrógeno, la fusión, las pilas de combustible, de los biocombustibles extraídos del girasol, de la Jatropha o microalgas.
Pero el optimismo con el que se presentan estas tecnologías se ve rebajado en muchas ocasiones por noticias que acaparan mucha menos atención y hablan de pinchazos tecnológicos en algunos casos muy importantes. En los últimos años hemos visto cómo los biocombustibles muestran unos rendimientos ínfimos que hacen que sólo sean rentables en las mejores tierras de África y Latinoamérica (donde se están acaparando miles de hectáreas, dejando en la miseria a los campesinos locales); estamos comprobando que los coches eléctricos apenas se venden porque su relación prestaciones/precio es muy mala y que los “grandes” descubrimientos de petróleo de Noruega del año 2011 y de Brasil en 2012 apenas tienen reservas para el consumo mundial de 40 y 3 días respectivamente.
Y es que las noticias sobre energía en la prensa (al menos en la prensa mayoritaria) son abundantes pero no nos hablan de lo que realmente necesitamos saber. Se tratan aspectos parciales y se da gran relevancia a los avances tecnológicos, pero no se habla de aspectos preocupantes ampliamente aceptados en la comunidad científica como el pico del petróleo y tampoco se dan panorámicas globales. De esta forma, aunque aparentemente nos informan sobre energía, no nos muestran lo más importante: tenemos una crisis energética global y muy profunda.
Últimamente las noticias energéticas giran en torno a EEUU y sus explotaciones de petróleo y gas no convencional por medio de técnicas de fractura hidráulica (“fracking”). La Agencia Internacional de la Energía declaraba hace poco que “hacia 2019, EEUU será el máximo productor de petróleo del planeta”, que “para 2015 habrá alcanzado la independencia energética” y que “ello disminuirá su interés estratégico en Oriente Medio y podrá ayudar a la Unión Europea a depender menos de Moscú”. Pero si uno mira los datos en los que se basan estos optimistas titulares se da cuenta de hasta qué punto tenemos un problema.
Por ejemplo, la figura muestra la producción histórica de petróleo y gas natural de EEUU desde 1980 y las previsiones hasta 2035, tanto convencional como no convencional. Se puede ver que en torno a 2010 se prevé un aumento rápido de la producción, pero también que ésta se estanca en torno a 2020 (es decir, pasado mañana) y ni el petróleo ni el gas natural llegan a alcanzar el nivel de consumo de 2011 que, para el petróleo fue de 20 millones de barriles diarios y para el conjunto del gas y el petróleo 32 millones de barriles de petróleo equivalente al día.
Es decir, la propia Agencia que lanza los optimistas titulares sobre la “independencia energética estadounidense”, da unos datos que apenas retrasan el declive unos pocos años y sólo representan un pequeño alivio. Además, como denunciaba Antonio Turiel en su blog hace unas semanas (http://crashoil.blogspot.com.es/2012/11/world-energy-outlook-2012-haciendo-de.html), cuando la AIE habla de la autosuficiencia energética de EEUU, está asumiendo algo bastante irrealista: que el consumo va a empezar a disminuir drásticamente por aumentos enormes de la eficiencia energética que nunca se han observado históricamente.

Figura: Producción de petróleo y gas en EEUU histórica y estimada. Fuente: World Energy Outlook 2012, Presentación a la Prensa. Londres 12 de noviembre de 2012.

Los hidrocarburos no convencionales son muy contaminantes y eso hace que en muchos casos no merezca la pena extraerlos, pero la peor contaminación de la fractura hidráulica no es la ambiental, sino la mental. El “fracking” llena nuestras mentes de expectativas a muy corto plazo que no nos dejan ver lo importante. Porque si usamos un poco el sentido común vemos con claridad lo obvio: hemos basado nuestra sociedad en un consumo energético muy elevado que procede en un 80% de combustibles agotables y hay claros signos de que este modelo se acaba. Se están extrayendo combustibles fósiles de muy baja calidad con secuelas ambientales graves que no se explotarían si no hubiera escasez, se está investigando en nuevas tecnologías pero muy pocas terminan de despegar y ya empezamos a observar el estancamiento del petróleo sin que hayamos empezado todavía la sustitución tecnológica, cuando este tipo de cambios requieren décadas. El “fracking” puede servirnos como un parche durante menos de una década, pero cuando se acabe nos encontraremos con el mismo problema de escasez energética y habremos desaprovechado unos preciosos años que nos podrían haber servido para realizar la transición, y, a mayores, tendremos que paliar la contaminación que la fractura hidráulica habrá dejado en ríos y tierras.
Si tuviéramos un mínimo de sentido común también veríamos claramente lo más importante: tenemos que empezar a ahorrar. No podemos seguir consumiendo energía como hemos hecho hasta ahora, sin prestar la más mínima atención al ahorro y esperando a ver si se descubre “algo” que nos permita seguir con nuestro modo de vida. Deberíamos estar preparándonos ya para un futuro de descenso energético: aislando nuestras viviendas para poder calentarlas con muy poca calefacción, invirtiendo en transporte público y energías renovables, habilitando nuestras ciudades para las bicicletas, construyendo ferrocarriles de mercancías, formando a los agricultores para que utilicen técnicas que no dependan tanto del petróleo, etc.
Nuestro titular era una frase un poco simplona que sólo quería llamar la atención, pero, si lo pensamos bien, contiene más verdades de las que parece. Está basada en datos bien conocidos como el hecho de que la mejora del aislamiento en las viviendas y la instalación de paneles solares permiten un ahorro energético de más de un 50%, también es obvio que gran parte de los desplazamientos en las ciudades pueden realizarse en bicicleta o transporte público sin que ello represente una disminución en la calidad de vida de sus habitantes y es habitual que la agricultura ecológica requiera en torno a un 30% menos de consumo de energía para producciones similares.
Si España consiguiera ahorrar por medio de medidas de este estilo un 25% del petróleo que importa, ahorraríamos 18.300 millones de euros al año, dinero que las familias españolas podrían invertir en otros consumos que, sin duda, reactivarían la economía y crearían puestos de trabajo y que, a diferencia de los que promete la industria de los hidrocarburos, no se destruirían a los pocos años. Si los 18.300 millones de euros se empleasen directamente en pagar salarios modestos tendríamos esa cifra que hemos utilizado de 1 millón de puestos de trabajo. Son cálculos muy burdos, pero se pueden encontrar informes más serios como los de GTR (1), WHO (2), CCOO (3) y Programa Emplea Verde (4,5,), que también hablan de cientos de miles de puestos de trabajo* asociados a la rehabilitación de edificios y el transporte sostenible. Aún así, este simple cálculo nos sirve para hacernos una idea de lo que puede suponer el ahorro para la economía de este país que destina el 4,5% de su PIB a comprar petróleo.
Vivimos en un tiempo de burbujas pero ya deberíamos estar aprendiendo a distinguir las burbujas de las opciones sólidas. Todavía tenemos tiempo de realizar la transición hacia una sociedad ahorradora, basada en energías renovables y con una buena calidad de vida, pero si perdemos el tiempo escuchando los cantos de sirena de quienes nos hablan de “inventos” para continuar con el modelo actual sin preocuparnos, perderemos también la capacidad para realizar una transición sensata y ordenada. Si no actuamos ya decididamente ante la crisis energética, quizá cuando queramos rehabilitar nuestra casa, invertir en ferrocarriles o usar la agricultura ecológica no podamos hacerlo porque nos veamos envueltos en una situación de pobreza, guerras por los recursos y destrucción del medio ambiente. A ver si recuperamos el sentido común de una vez por todas, empezamos a pensar en el medio y largo plazo y aceptamos lo obvio: una sociedad basada en el consumismo no puede durar mucho tiempo en un planeta limitado.
Marga Mediavilla
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(*) En el informe de Aciep y Deloitte sólo el 14% de los empleos estimados eran directos (35.000). GTR habla de 150.000 nuevos empleos directos estables con a la rehabilitación de viviendas y el Programa Emplea Verde 2007-2013 estima 105.000 empleos directos en la rehabilitación de viviendas y 115.000 nuevos empleos en el transporte sostenible.
[1] INFORME GTR 2014, ESTRATEGIA PARA LA REHABILITACIÓN, Claves para transformar el sector de la edificación en España. Coautores: Albert Cuchí, Universidad Politécnica de Cataluña, Peter Sweatman, Climate Strategy. Una inicativa de GTR (Grupo de Trabajo sobre Rehabilitación) http://www.gbce.es/archivos/ckfinderfiles/GTR/Informe%20GTR%202014.pdf
[2] Unlocking new opportunities Jobs in green and healthy transport, 2014. World Health Organization, regional office for Europe. Autores: Ian Skinner, Dawei Wu, Christian Schweizer,Francesca Racioppi, Rie Tsutsumi. http://www.euro.who.int/__data/assets/pdf_file/0003/247188/Unlocking-new-opportunities-jobs-in-green-and-health-transport-Eng.pdf
[3] TREN 2020. Propuesta ferroviaria para una nueva realidad. CCOO, Greenpeace, WWF, PTP. Dirección: Manel Ferri i Tomàs (CCOO), Sara Pizzinato y Julio Barea (Greenpeace), y Georgios Tragopoulos (WWF). Autoría: Ricard Riol Jurado y Xavier Lujan Calvo, PTP – Asociación para la
[4] Estudio sobre la generación de empleo en la rehabilitación y modernización energética de edificios y viviendas. Programa Emplea Verde 2007-2013. Fundación Biodiversidad. Enero 2011. Director: Mathieu Dalle. Autores/as:Guillermo Arregui Portillo, Luis Buendía García, Bruno Estrada López, Ana Marco Marco,Bibiana Medialdea García, Milena Medialdea Medialdea García, Elena Méndez Bértolo.Asesores: Manuel Garí Ramos, Silvina Rabach. http://www.fundacion-biodiversidad.es/images/stories/recursos/empleaverde/2011/biblioteca/estudios/rehabilitacion_viviendas.pdf
[5] Estudio sobre la generación de empleo en el transporte colectivo en el marco de una apuesta por una movilidad sostenible. Programa Emplea Verde 2007-2013. Fundación Biodiversidad, enero 2011. Director: Manel Ferri. Autores:Luis Cuena; Bruno Estrada; Neus Fradera; Enric Homedes; Bibiana Medialdea; Elena Méndez; Pau Noy; Albert Vilallonga. http://www.fundacion-biodiversidad.es/images/stories/recursos/empleaverde/2011/biblioteca/estudios/transporte_colectivo.pdf
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