El pasado 11 de junio 2022 el GEEDS se reunió informalmente para realizar una excursión en Cabezón de Pisuerga, concretamente, la Senda de los Cortados. A diferencia de otros eventos en los que participa el grupo, esta actividad tuvo un carácter distendido con el fin de despejar nuestras mentes del ambiente de oficina, entrando en contacto con la naturaleza en una simbiosis armónica. No obstante, el científico que todos llevamos dentro afloraba en algún momento, y nos vimos sumergidos en pequeños coloquios sobre la energía o la geografía paisajística.

Comenzamos la ruta a las diez y media de la mañana en la Plaza Mayor de Cabezón de Pisuerga, algo tarde para las altas temperaturas que sufriríamos después. Con la contabilidad de suministros debidamente pensada emprendimos el camino, mochila a cuestas, en dirección Norte. La mañana se presentaba calurosa, el río Pisuerga presentaba a nuestra izquierda un serpenteante y caudaloso flujo de tonos apagados por la sombra de la vegetación, refresco para los piragüistas que en él se entrenaban, y a la derecha el Cerro de Altamira.

Más adelante, apenas pasados diez minutos, nos encontramos con unos cultivos a cielo abierto, sofocando a la simpática excursión que no encontraba ni una sombra como refugio contra la irradiación. A merced del sol nos mantendríamos la mayor parte de la ruta siguiendo el sendero en fila india por la terraza fluvial del Pisuerga. Castilla es heterogénea en su rostro, lejos del paisaje abierto al que muchos tienen por monótono anduvimos por el Valle del Pisuerga y los páramos que lo rodean, testigos del paso del tiempo, eternos.

Los páramos más próximos a nosotros, los de Cerrato. A nuestra izquierda, a unos 20 km, los Montes Torozos. El Valle del Pisuerga desarrolla terrazas formadas por la acción de la erosión y la sedimentación del río, custodiado por la vegetación de ribera que enmarca sus márgenes. Los meandros sugieren una sinuosidad en el paisaje que evocan sentimientos de tranquilidad y descanso, marcando el carácter de sus gentes.

Pronto llegamos a los Cortados, denominados así popularmente por la forma del relieve, específica en este lugar. Se trata de una ladera expuesta, en la que se pueden observar los estratos que la forman, originados en una serie de deslizamientos que tuvieron lugar gracias a la acción erosiva del río Pisuerga. En los meandros (parte exterior) el flujo de corriente circula a mayor velocidad, erosionando, mientras que en la parte interior el agua circula más lentamente, depositando sedimentos (Ilustración 1). En el caso de los Cortados coinciden dos factores simultáneos. Por un lado, el río Pisuerga en este sector hace un meandro exterior. Por otro, la proximidad de este río a los Páramos del Cerrato. El curso fluvial ejerce un efecto de “descalzamiento” en la ladera del páramo, la cual, va perdiendo progresivamente su base, y termina por deslizarse, movilizando una gran cantidad de sustrato hacia el río. La duración de este proceso depende de las condiciones concretas que puedan darse. Se deben tener en cuenta otros factores como la propia acción de la gravedad, constante en su ímpetu por mantener la materia cercana al núcleo terrestre, la escorrentía superficial debida a las precipitaciones o la actividad sísmica que, si bien es muy reducida en el centro de la cuenca sedimentaria del Duero, puede darse a niveles inferiores de la corteza terrestre, teniendo efecto sobre la superficie.

Ilustración 1

El resultado es un cambio del terreno por el que asienta la ruta que recorremos. Retornando a nuestra historia, de los campos agrícolas asentados sobre la terraza fluvial del Pisuerga ahora paseamos sobre la masa de tierra deslizada. A primera vista se nota esa diferencia por los pequeños desniveles que sorteamos, el terreno tornó en irregular (Ilustración 2).

Ilustración 2

A nuestra derecha, esa gran pared, de tan vistosos colores. Perfectamente se podía vislumbrar la variedad de los estratos, cada uno con un material concreto (Ilustración 3). La orogenia alpina no alteró tanto el relieve en el centro de la cuenca sedimentaria del Duero, por lo que la disposición de los estratos es horizontal, lo cual puede ayudarnos a comprender mejor la sucesión temporal de los periodos geológicos. En base, vemos la formación “Dueñas”, que son arcillas grises, junto con algunas margas y calizas; tiene un espesor de unos 50-80 metros. Encima de estas, la facies “Campos”, que se denomina así por ser característica del paisaje de Tierra de Campos, arcillas de color ocre, materiales del Mioceno Medio. Aún se halla, encima de la facies Campos, la “Cuestas”, de unos 80 metros de grosor y compuesta por margas con un alto contenido de yesos, del Mioceno Superior. Por último, estarían las calizas del páramo en lo más superior del relieve, en las cuales se tiene gran probabilidad de encontrar gasterópodos, aunque no tuvimos suerte. Son también del Mioceno Superior, aunque podrían ser algunas del Plioceno. Finalmente, la masa de tierra deslizada proviene principalmente de la facies Cuestas.

Ilustración 3

Siguiendo con la ruta, continuamos por una pista ancha – aún sin árboles. Aquí el sol ya empezaba a apretar, y las cantimploras bajaban su nivel freático a niveles algo alarmantes, no obstante,  cuando llegamos arriba de los Cortados, nos hicimos esta preciosa foto (Ilustración 4) con el Valle del Pisuerga al fondo para dar cuenta del poco sufrimiento en nuestras caras. El esfuerzo mereció la pena, algunos nos quemamos un poquito, otros sufrimos algún pequeño mareo por culpa de la exposición al sol, pero la satisfacción por llegar hasta aquí era innegable.

Ilustración 4

En la vuelta circular a Cabezón bordeamos el Cerro de Valdecastro, superficie caliza que es aprovechada para el cultivo cerealístico de secano y por pinos en las laderas no rentables para el ser humano. El paisaje, si en principio puede parecer natural, en realidad está muy alterado por el hombre, desde los cultivos o la disposición de los pinares en las laderas hasta las torres de alta tensión que atraviesan en línea recta el entorno (Ilustración 5).

Ilustración 5

Finalizando la ruta de senderismo, en Cabezón de Pisuerga pudimos descansar merecidamente a buen trago de agua en bota de vino, terraza fresca y posterior comida en un restaurante, contribuyendo así a la economía local.

Los nuevos usos destacan sobre la estampa tradicional del paisaje. Pero el paisaje, si bien recoge el testimonio histórico del pueblo, también es dinámico, cambiante. Hay que entenderlo por tanto como un ente vivo, fruto de la acción natural y de la actividad humana. La aparición de nuevos elementos pone en riesgo la conservación de ese legado histórico, pero pensarlo erráticamente en un presente o pasado estático sería caer en contradicción con el carácter móvil que le da la historia. El objetivo, pues, pasa por armonizar e integrar las necesidades actuales de la sociedad con los valores intrínsecos del territorio. El impacto de las nuevas energías renovables sobre el paisaje es indiscutible, como la gran aglomeración de aerogeneradores en los Montes Torozos. También las placas fotovoltaicas transforman el paisaje, y ha de tenerse en cuenta. Esto no significa que no se puedan implantar, pero sí la urgencia por buscar una fórmula que integre la producción con la preservación de los valores tradicionales del paisaje. Lejos de ser un punto de vista “buenista”, el paisaje debe valorarse como fuente de riqueza. De conservarse bien atraerá actividades turísticas que positivamente repercuta en la economía del municipio. También es un factor de atracción para la población y ciertas empresas que les guste asentarse en un entorno de calidad, algo que cada vez más aprecian los consumidores, frente a una producción desvinculada del territorio.

En conclusión, podemos afirmar que esta salida de campo ha sido muy provechosa. Hemos disfrutado, pero también nos hemos puesto en contacto directo con el territorio, el espacio donde nuestras ideas son finalmente implantadas.

Saúl Ponce de León Pintado y Gonzalo Parrado Hernando

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