Continúo con la idea de retomar algunos escritos de «La Revolución Solidaria» una docena de años después.
… La civilización humana nunca se ha jugado tanto como ahora, esto va en contra de las previsiones que pueda hacer la Historia, porque no ha habido historia de un acontecimiento como el que se nos viene encima… El cambio cualitativo requerido es mayor incluso que los cambios producidos por la Revolución Agrícola o Industrial… Pero eso es lo que se está pidiendo el propio ser humano. Si gracias a las tecnologías eficientes conseguimos evitar el colapso medio ambiental [¿geoingeniería?], pero seguimos con un mundo injusto para la mayoría de las personas y seres vivos, yo no lo quiero. Prefiero el riesgo al colapso [total] para empezar de cero que hacerles el trabajo a los que serán explotadores en la próxima generación.
Por eso es tan importante hacer que las tecnologías eficientes sean a la vez justas, equitativas, fraternales, libertadoras y amorosas. Yo no quiero una energía eólica no contaminante si lo único que hace es mantener este sistema injusto por los pelos. Los ingenieros y científicos «alternativos» deberíamos dedicarnos más a la sociología que a la técnica, pararnos a pensar si nuestra aplicación tecnológica es «bondadosa» y está consiguiendo y conseguirá un mundo más hermoso para todos.
Debemos ser objetores de conciencia de cualquier empleo de nuestros desarrollos tecnológicos alternativos que no promueva el amor y la equidad entre la gente. Y si uno no ve claro y obvio que lo que está haciendo tenga esas implicaciones, aplíquese el principio de precaución y no se haga. Si los poderes públicos y privados no se comprometen en esa labor, los científicos y técnicos (sus peones) deberíamos negarnos a participar en «salvar la Tierra».
No vale la excusa de que un bioquímico trabaje en una semilla transgénica para alimentar al Tercer Mundo si, al menos, no cede su trabajo a un organismo internacional que lo gestione gratuitamente (y se evalúen otras cosas antes, como el impacto ambiental y social de esa nueva tecnología). ¿De qué vale investigar en motores de hidrógeno no contaminantes si esa tecnología va a estar luego controlada por General Motors y cuatro compañías más?…
En estos años he visto a más de un científico de prestigio en el terreno de la sostenibilidad caer atrapado en la espiral de desarrollos tecnológicos que han sido prostituidos por el sistema. Hasta tal punto que un análisis científico externo los calificaría como desarrollos insostenibles. Paradójicamente, siguen defendiéndolos, apoyándose en casos «bondadosos» concretos y ya no son capaces de ver la realidad que les rodea. Paradójicamente, científicos e ingenieros muy inteligentes, al perder la visión global por sus esfuerzos dirigidos a un punto, no son conscientes de que su punto de aplicación hace tiempo que viró, que una fuerza es un vector y no un escalar.
En el mundo de las tecnologías energéticas esto es claro.
Recuerdo que el mundo ecologista veía la industria fotovoltaica con muy buenos ojos, no solo porque era una forma de energía teóricamente limpia, sino porque era descentralizada (un panel en mi casa que me da libertad e independencia). Hoy discuten en España los banqueros que pusieron paneles fotovoltaicos chinos y dinero en esta industria con el gobierno que les quita las primas.
La industia de los biocombustibles y biomasa modernas es el mejor ejemplo de como una esperanza tecnológica se trocó pronto en desesperanza y, sin embargo, hemos perdido y seguimos perdiendo, a buena parte de nuestros mejores expertos en un desarrollo que es hoy ejemplar como paradigma de insostenibilidad, de desastre: baja TRE, erosión de suelos, dependencia de fósiles, elevadísima huella ecológica, etc, etc, etc. (en breve subiremos un borrador de nuestro trabajo sobre el tema, creo que meridianamente contundente).
¿Es inevitable la prostitución? Sí; si no cambiamos el sistema capitalista, la tecnología sóla no hará que el sistema se haga mejor, la tecnología es hoy una estructura más del sistema, y los científicos e ingenieros, en general, unos peones más, la mayoría inconscientes.
Por otro lado, hoy el riesgo no es la desaparición de esta civilización, para mí esto ya es una cuestión de décadas; es más, la discusión tecnológica sería ahora preguntarse qué tecnologías pueden y merecen la pena mantener para la siguiente civilización. En cuanto a las energías, deben ser renovables, claro, pero sencillas y descentralizadas. Quizás no tan eficientes como pensamos cuando lo hacemos al estilo BAU (business-as-usual) inviable: un molino de 100 metros es más eficiente que uno de 3, un panel de silicio policristalino hecho en habitaciones de elevadísima tecnología es eficiente pero quizás inalcanzable para la tecnología apropiada y posible del futuro. Esto significa que el potencial renovable en un mundo post-transición, será menor que el teóricamente aprovechable en un imposible BAU.
Carlos de Castro Carranza