Este fin de semana tuve la suerte de asistir al “III Encuentro de Decrecimiento y Buen Vivir” en Bilbao organizado por 9 colectivos sociales (podéis descargar el programa aquí). Ya la diversidad de éstos es indicativo de la transversalidad de la propuesta decrecentista: organizaciones ecologistas, de cooperación y educación Norte-Sur, de economía alternativa y solidaria, un sindicato. Mi intención aquí es apuntar de forma un tanto informal las ideas, reflexiones y proyectos que desde mi prisma personal me parecieron más interesantes, así como entremezclar las mías propias. La densidad de proyectos presentados se condensó mediante mesas redondas seguidas de rondas de preguntas: en este primer post me centraré en el primer día, en que una moderadora perteneciente al colectivo Desazkundea entrevistó a Florent Marcellesi, Lorena Cabnal y Matxalen Legarreta entorno al concepto del TRABAJO y el Decrecimiento.
No me entretendré aquí en explicar la propuesta decrecentista. Para gente con prisa o que quiera refrescarse la memoria recomendamos la entrevista a Carlos Taibo realizada por Attac:
Carlos Taibo expone las ideas básicas del Decrecimiento.
(Otras fuentes: por ejemplo la web de referencia en castellano, o la visión de Gustavo Duch; aunque también está siendo duramente criticado desde otras perspectivas)
Como decíamos, este primer día se dedicó a desmenuzar y echar luz sobre los significados del concepto TRABAJO. Como ocurre con numerosas acepciones, con el paso del tiempo y la acción de diferentes influencias, los conceptos evolucionan cambiando de significado. Así, Florent Marcellesi recordaba que la palabra TRABAJO proviene del latín tripalium, que era un yugo dónde se azotaba a los esclavos en la época del Imperio Romano. Para aquellos que no lo sepan, en la Antigua Grecia y Roma, el trabajo era considerado indigno de los hombres libres, y éste era realizado por esclavos (interesante reflexión para una sociedad que se reclama heredera de éstas, y me pregunto ¿qué opinarían los antiguos de la Renta Básica de las Iguales?). Sobre las palabras y su significado, Lorena Cabnal nos contaba que en las lenguas de los pueblos originarios no existe una palabra que signifique “propiedad privada” (lógicamente pues no existía ese concepto), en unas comunidades basadas en la reciprocidad y las relaciones interpersonales. Lo que por cierto ayuda a entender el choque frontal de estas culturas con el sistema occidental cuando éste trata de implantarse en torno suyo: por ejemplo con los proyectos de expropiación de su territorio para proyectos hidraúlicos, cultivos de biofuels o mecanismos como los REDD.
Volviendo al concepto TRABAJO, los ponentes “europeos” (Florent y Matxalen) coincidieron en subrayar que este concepto como se entiende habitualmente en nuestra sociedad es un concepto extremadamente reduccionista, que sólo incluye aquella actividad remunerada y realizada fuera del hogar. Así, quedarían fuera todo el trabajo de cuidados y realizado en el interior de los hogares, realizado principalmente por mujeres, como denuncia desde hace décadas el movimiento feminista. TRABAJO encubierto, por cierto, sobre el que se apoya todo el sistema capitalista. Esta falta de valoración es tanto monetaria (trabajo “gratis”) como de no reconocimiento y estima. Tanto Matxalen como Florent aportaron datos reales que demuestran que de media, las mujeres trabajan entre 1 y 2 horas más que los hombres cada día.
Para entender el entronque del TRABAJO con la propuesta decrecentista es condición necesaria conocer cómo entiende esta propuesta el proceso del sistema económico: como un círculo vicioso en el que el sistema siempre tiende a más de todo (impulsado por el motor del interés – lógica que las monedas sociales con oxidación tratan de compensar), lo que redunda en crecientes impactos sociales y medioambientales:
A pesar de que algunas teorías económicas no admiten esta relación en el largo plazo (por ejemplo la Curva de Kuznets Medioambiental, CKM), el movimiento decrecentista y ecologista en general estima que los impactos son evidentes y son ya muy dañinos (más del 60% de los ecosistemas mundiales están en serio declive según la ONU [MEA 2005]): amén de otras limitaciones, la KZM estima que los daños medioambientales son reversibles, sino totalmente, sí en gran medida. Como ya vimos, esto no es cierto en todos los casos; y si no siempre se puede preguntar al Dodo… Sobre la importancia de la biodiversidad, que tiende a ser un concepto algo «abstracto» para nosotros homo urbanus, es interesante recordar aquel proyecto impulsado desde 1958 por Mao (en el marco de lo que se llamó, irónicamente el “Gran Salto Adelante”) en el que la población de gorriones de China fue prácticamente exterminada con el pretexto de que diezmaban las cosechas. Resultado: en los siguientes años aprendieron que los gorriones también actuan como controladores de plaga. ¿Cómo? Sufriendo la mayor hambruna de su historia con cifras que rondan los 40 millones de muertos, ¡hasta se vieron obligados a importar gorriones de la URSS! bendita solidaridad internacional. Este es un ejemplo interesante en el que la desaparición de una sola especie trastoca todo el ecosistema con repercusiones dramáticas también para la población humana. Y los estudios científicos indican que estamos en camino de la Sexta extinción (la tasa de extinción ya es superior a 4 de las 5 grandes extinciones que se han producido a lo largo de la historia, como se puede ver en el gráfico más abajo). ¿Seremos capaces de detener esta sangría según prevee la ECK?
Así pues, un proyecto decrecentista en esencia tendría que ser capaz de romper este círculo vicioso. Desde el punto de vista del trabajo, esta propuesta se concreta retomando una vieja demanda sindical (¿recordáis por qué se celebra el 1 de mayo?) pero que ha quedado olvidada en algún desván polvoriento: alcanzar la justicia social mediante el reparto del trabajo y la reducción de la jornada laboral.
Matxalen realizó una reflexión en torno al modo de valorización del TRABAJO frente a la monetarización y expuso las ventajas de basarse en políticas del tiempo para valorar todos los tipos de trabajos y el tiempo en todas sus dimensiones, defendiendo los Bancos de Tiempo como herramientas con muchas posibilidades.
Y por último y rompiendo con el paradigma occidental, Lorena explicó cómo el concepto TRABAJO no tiene cabida en la cosmogonía indígena: así, en lugar de “ir a trabajar a la huerta” ellos dirían “estoy con la azada en la huerta”, enfatizando la parte relacional y de compañía mediante la preposición “con”. Admite que obviamente el paradigma occidental de trabajo les ha alcanzado mediante el sistema capitalista. Sin embargo, recuerda que ya antes de que llegara el capitalismo occidental ya existía lo que el feminismo comunitario identifica con el “patricarcado ancestral originario”.
Seguiremos informando.
Iñigo Capellán Pérez
Referencias
[Millennium Assessment Report, 2005] < http://www.unep.org/maweb/en/index.aspx >
[Barnovsky et. al 2011] Barnosky, A.D., Matzke, N., Tomiya, S., Wogan, G.O.U., Swartz, B., Quental, T.B., Marshall, C., McGuire, J.L., Lindsey, E.L., Maguire, K.C., Mersey, B., Ferrer, E.A., 2011. Has the Earth/’s sixth mass extinction already arrived? Nature 471, 51–57.
Rajoy hace poco dijo que no conocía a nadie que no deseara el crecimiento, deberíais enviarle una reseña de estas jornadas
que al menos sepa que existen grupos por el decrecimiento.
Me temo que la misma ideología del PP y otras personas de ideología conservadora es incompatible con un cambio de paradigma, de organización social. Me temo que, entre unas cosas y otras (una mezcla de escepticismo y falta de interés) les resulta imposible imaginar que algo diferente de «la realidad» sea posible. Claro que antes tendrían que entender que es necesario; pero eso en justicia sóla una minoria lo entiende. Ese «no hay alternativas» de la homenajeada Tatcher ha hecho mella. Un saludo, Iñigo