Hace un mes me invitó Ingeniería Sin Fronteras de Sevilla a formar parte de una mesa redonda para discutir las salidas a un mundo en crisis energética y social. Me tocó, una vez más, hacer el papel de «aguafiestas» con las energías renovables.
Aquí tenéis la presentación que hice: limites renovables sevill.
Una vez más, otra vez más, durante las jornadas observé dos problemas culturales:
· El tecno-optimismo por parte de quien sueña con que las renovables nos salvarán si vencemos las fuerzas que se oponen a ellas.
· La falta de realimetaciones, o si se quiere, la falta de visión sistémica, holística, del conjunto de implicaciones por parte de muchos.
Es cierto, bien cierto, que nadie puede tener una visión completa. Y es cierto también que todos tenemos sesgos cognitivos. Pero también es cierto que hay quien se aproxima más a la realidad.
Tengo la sensación, cada vez más acuciante, de que ante la transición/colapso muchos proponentes dan recetas de cambio que saben que son imposibles de llevar a la práctica. Y creo que esto nos paraliza:
Si afirmo que las renovables pueden dar -sin cambios radicales previos en el sistema- el 100% de nuestro consumo energético y que esa transición se puede hacer en 35 años, paralizo a mis oyentes por dos razones: ·
· Porque entonces doy la sensación de que las renovables pueden simultánea o previamente a un cambio de civilización dar con la solución, y eso pone en manos de los tecnólogos y los políticos (que deben limitarse a promocionarlas) las soluciones. Yo me puedo quedar en casa y limitarme a bajar la calefacción, asistir a alguna manifestación o a votar cada cuatro años. Necesario pero ni de lejos suficiente.
· Porque entonces contribuyo al cinismo tan característico de nuestra cultura: yo ya dije lo que teníamos que hacer, como no me hicieron caso, pues no pudimos evitar el colapso de la civilización.
En mi opinión son esos cuatro sesgos culturales los que hacen más inevitable el colapso de la civilización; más que el cambio climático o el pico del petróleo.
Para los que piensen que mis argumentos paralizan, diré que sí, es verdad, en nuestra cultura a muchos les paraliza (aunque creo que cada vez a menos gente), les paraliza porque no les doy solución fácil. En todo caso, mis argumentos no van a resolver el colapso de la civilización puesto que estoy seguro de él. Van en la dirección de qué cambios culturales y qué adaptaciones podríamos hacer en ese contexto.
A mí me gustaría discutir sobre los límites de las renovables en un mundo en colapso, donde lo que tendremos quizás serán pequeños molinos eólicos para bombear agua y no cuántos molinos gigantes de 5MW para producir electricidad podemos llegar a tener. Cuando digo que el límite tecnológico de la eólica anda por el TWe, mi tiempo luego tengo que dedicarlo a defender mis cuentas, aunque en realidad piense que en el 2050 no llegaremos ni mucho menos a ese valor y no serán TWe (eléctricos) sino más bien TW mecánicos.
Solo cuando dejemos de decir que tenemos 5 o 10 años para hacer cambios radicales para salvar el mundo (en realidad la civilización actual) (llevo 25 años oyendo esto y hace 25 años quizás era verdad) y solo cuando nos pongamos mentalmente en la situación de colapso, estaremos en un esquema útil de trabajo.
Por suerte todo se realimenta, y en mis charlas siempre hay gente -normalmente joven- que se acerca y me dice que ellos también tenían esa intuición y que están encantados de saber que su intuición es más que eso.
Hace 20 años o más que la civilización chocó con su iceberg, ya es hora de que nos organicemos para ir a los botes salvavidas (tecnología sencilla y movidos por una pequeña vela). Pretender reflotar el Titanic con velamen renovable es una pérdida de tiempo, si no contraproducente.
Carlos de Castro Carranza
SOLARIDAD ENTRE LOS HUMANOS Y LA NATURALEZA.
Efectivamente hay que renovar, pero no solo las energías. Los seres humanos también tenemos que renovarnos en nuestra mentalidad y actuación, también somos parte de la energía, lo que sucede es que consumimos más de lo que necesitamos realmente para mantener nuestra existencia básica de supervivencia. Si fuéramos conscientes de que los humanos somos parte material del conjunto del mundo material al que denominamos naturaleza, nos daríamos cuenta de que tenemos que vivir en solidaridad entre los humanos y la naturaleza, en vez del consumismo estúpido que nos imponen los que lo único que les interesa es ganar cuanto más dinero sea posible, fabricando elementos que aparentemente nos hacen felices al consumirlos.
La verdadera felicidad no son los adornos externos, sino el conocimiento de la realidad objetiva que nos induce a la solidaridad, en vez de a la competencia individualista del más guapo en su aspecto exterior contra el que consideramos más feo, lo que finalmente se traduce en luchar de cualquier forma para conseguir el máximo de bienes absurdos con los que engañarnos a nosotros mismos, entrar en una carrera sin fin. El ejemplo lo tenemos en los multimillonarios, que en ese afán acumulador, amontonan tanta cantidad de dinero que nunca en el transcurso de su larga vida podrán gastar, mientras que seres humanos mueren por hambrunas o enfermedades curables porque no disponen de los bienes básicos de supervivencia. Lo que a su vez provoca guerras asesinas por los más poderosos para apoderarse de las materias primas de cualquier pueblo, como hemos podido apreciar ante el cenit del petróleo con las guerras de Iraq, Libia y las tensiones entre las grandes potencias, que nos amenazan con la tercera guerra mundial.
La materia es finita en la forma en que se manifiesta, lo estamos comprobando con el cenit del petróleo, ninguna energía podrá sustituir al petróleo que tanto consumen los aviones, grandes barcos, camiones y coches que pululan a lo largo del planeta. También son finitos los metales con los que se fabrican grandes ingenios industriales, lo que dificultara en el transcurso del tiempo seguir en esa dinámica.
Mi amigo científico en estas materias, me comentó que el coste energético que cuesta la fabricación de las placas fotovoltaicas es superior a la energía que genera en el transcurso de su vida útil, que ahora se pueden fabricar gracias a la energía fundamentalmente petrolífera y los demás elementos que la componen, que también requieren de energía para fabricarlos.
En este Cuaderno del CAUM titulado UN CUENTO DE TERRORISMO ENERGÉTICO, se podrá ver en detalle esta posición crítica que hace P. A. Prieto. Adjunto el enlace donde está editado.
http://www.caum.es/CARPETAS/cuadernos/cuadernospdf/libro4/terror.pdf
Si no somos solidarios entre nosotros, los humanos y el conjunto del mundo natural al que denominamos naturaleza estamos abocados a la autodestrucción. Nos queda poco tiempo histórico para modificar la falsa ideología basada en la insolidaridad y la competencia. Consciente de esa realidad, mi amigo P.A. Prieto ha conseguido convencer a su familia para aplicar esa práctica solidaria, gracias al dinero disponible ha conseguido comprar una parcela en el Valle del Tietar donde cultivar un huerco ecológico donde producir y vender esos productos, así como la crianza de animales que ayuden también a su supervivencia.
Saludos solidarios.
Manolo / Malime en Internet