Siguiendo la interpretación del filósofo y escritor Jordi Pigem, que propone interpretar la crisis como oportunidad:

y sin infravalorar los efectos perniciosos de ésta, es interesante explorar las iniciativas que surgen en este caldo de cultivo para transformar el modelo en que vivimos. Especialmente, llaman la atención los procesos ciudadanos que tratan de empoderar a la gente en una nueva reedición de «la unión hace la fuerza» (de ahí la irrupción de cooperativas y plataformas). Esta toma de conciencia y voluntad colectiva de retomar las riendas de los aspectos básicos de nuestras vidas, se da en todos los ámbitos: la banca con la banca ética cooperativa (p.ej. FIARE), la soberanía alimentaria (con el espectacular incremento en los últimos años del número de huertos urbanos en España, [1] y de grupos de consumo), medios de comunicación (p. ej. La Marea) o las cooperativas energéticas (p. ej. Som Energia a nivel estatal).

Un ejemplo paradigmático de un sector fuertemente oligopólico en nuestro país es el sector eléctrico, hecho que se viene verificando claramente en los últimos años (ver por ejemplo los claros y concisos informes del Observatorio Crítico de la Energía) y recordado recientmente por la apertura de un expediente de competencia a una de las 5 empresas miembros de UNESA (que constituyen el 80% de la producción y más del 90% de la comercialización) por supuesta manipulación de precios. Aunque este funcionamiento había permanecido enmascarado, la crisis, que ha traído la pobreza energética pero también grandes dosis de indignación, ha cristalizado en la difusión masiva de estas circunstancias (por ejemplo mediante programas como el «Oligopoly» de Salvados o su secuela).

Las cooperativas energéticas que están surgiendo son cooperativas sin ánimo de lucro que producen y comercializan electricidad de origen renovable. Entre sus objetivos principales figura generar el 100% de la demanda de los socios, participando así activamente en la transformación del modelo energético actual. Además, tratan de ser económicamente independientes financiando sus proyectos de generación mediante la aportación de los propios socios. El ejemplo pionero y paradigmático en España es SomEnergia, nacida en 2010 en Girona (aunque existen otras cooperativas con un enfoque más local, como por ejemplo Goiener en el País Vasco, Nosa Enerxía en Galicia o EnerPlus en Cantabria; ver la lista actualizada en la web mecambio.net). La historia de la creación de SomEnergia ilustra la situación en la que nos encontramos en nuestro país. Al parecer, cuando Gijsbert Huijink, un profesor de origen holandés, llegó a la Universidad de Girona preguntó a sus compañeros por alguna cooperativa local de generación eléctrica para asociarse. Los compañeros no pudieron responderle: aún no existía ninguna cooperativa de este tipo en Cataluña, ni en España. Sin embargo, un estudio reciente para Alemania, ha estimado el número de cooperativas energéticas en el país en casi 1000, de las cuales un 20% estaban constituidas por más de 200 socios y más de 2 millones de euros en capital. El estudio concluye, significativamente, que este tipo de cooperativas suponen un modelo organizativo robusto para difundir las energías renovables a nivel local y descentralizado [2]. (Qué pena que se miente tanto a Alemania para unas cosas y para otras se ignore).

SomEnergia se encuentra en un auténtico proceso de expansión superando ya los 15.000 contratos a un ritmo de más de 150 nuevos socios por semana (+225% de crecimiento al año) como se puede apreciar en la siguiente gráfica:

(Fuente: http://plataforma.somenergia.coop)

Por comunidades autónomas, el número de socios era el siguiente (mayo 2014):

(Fuente: http://plataforma.somenergia.coop)

La tendencia de la  difusión geográfica de la cooperativa se aprecia perfectamente en el siguiente mapa, con las comunidades con más socios per capita siendo las más próximas a Cataluña.

(Fuente: http://plataforma.somenergia.coop)

En este contexto, podría surgir el debate sobre la eficiencia económica de un sistema distribuido frente a uno centralizado. Además, puesto que el actual sistema (por ejemplo las redes de distribución) está diseñado para éste último, la transición a uno distribuido incurriría en costes adicionales. Sin embargo y sin entrar en este debate, bastaría recordar que siendo la energía un bien básico, el criterio para su gestión no debería ser exclusivamente económico. Por otro lado, la generación concentrada lleva implicítia una concentración también del poder y una tendencia natural al oligopolio, frente a la generación distribuida que tiende así a «dispersar el poder» y democratizar su uso.

Siguientes pasos: ampliando las fronteras

Como se ha visto en los mapas anteriores, existe en realidad un potencial de crecimiento mucho mayor si en los diferentes territorios a nivel local se forma una constelación de grupos activos que promuevan la filosofía de las cooperativas energéticas. En este contexto surge, inevitablemente, la disyuntiva entre la creación de una cooperativa nueva, o bien la asociación con una cooperativa ya existente y asentada como pueda ser SomEnergia. Debido a que las barreras de entrada en el mercado eléctrico son muy grandes (pudiendo ser insuperables para grupos que inician su camino des una posición más frágil), las ventajas de unirse son diversas y significativas:

– evitar los altos costes de aprendizaje y de creación de una estructura operativa,

– compartir los elevados costes de operación en el mercado eléctrico (e.g. subastas del pool a través de agentes especializados),

– la financiación de proyectos de centrales renovables se logra más fácilmente con una base social amplia (más gente puede contribuir aportando menores cantidades),

– permite empezar a funcionar sobre una estructura ya creada y comenzar a trabajar activamente en la difusión y búsqueda de proyectos viables.

Así, Som Energia se encuentra actualmente en un proceso de aprendizaje para la gestión del funcionamiento descentralizado. Un ejemplo fue la última asamblea general que se realizó simultáneamente en 15 sedes vía internet. Así, los grupos locales se están multiplicando por toda la geografía del país:

Estas desventajas, sin embargo, no deberían ser interpretadas cómo un obstáculo infranqueable por grupos que se sientan fuertes y con ganas de lanzar un proyecto ambicioso a largo plazo. Valladolid no es una excepción y las primeras reuniones para impulsar el modelo de cooperativa energética en la provincia ya han empezado (ver noticia en el Norte y reportaje en ÚltimoCero). Aunque el grupo promotor gestiona en paralelo el grupo de SomEnergia en Valladolid, está actualmente en un proceso abierto para decidir su propia ruta. Para todos aquellos interesados en embarcarse en este proyecto, podéis escribir a: coopelectricava@gmail.com.

¡Mucha suerte!

Iñigo Capellán Pérez

Referencias

[1] Gregorio Ballesteros: Iniciativas de Agricultura Urbana y Periurbana Ecológica en España. II Congreso Estatal de Agricultura Urbana y Periurbana «Huertos Urbanos, autoconsumo y participación social». Utrera (Sevilla) 2014. Un artículo sobre el tema ha aparecido en la revista El Ecologista nº 81.

[2] Sarah Debor (April 2014): «The Socio-Economic Power of Renewable Energy Production Cooperatives in Germany», Wupperthal papers. <http://epub.wupperinst.org/files/5364/WP187.pdf>

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