El boom de la energía solar impulsa 90 parques en Valladolid, titulaba El Día de Valladolid este verano, y las protestas puntuales y espontáneas iniciales diseminadas por la geografía española se han vertebrado con el paso de los meses en generalizadas y organizadas. En Valladolid por ejemplo, destaca la plataforma Defensa Valle Esgueva que se ha organizado a consecuencia de la planificación de varias plantas fotovoltaicas y nuevas redes de evacuación asociadas entorno a Renedo de Esgueva (de unos 4000 habitantes y a unos 6km de la capital), con superficies requeridas de varias veces el propio municipio y gran afección paisajística, como se puede intuir en la imagen siguiente:
Las renovables permiten reducir significativamente las emisiones de efecto invernadero asociadas a la generación de energía, a la vez que posibilitan su relocalización junto a los puntos de consumo incluso abriendo horizontes de mayor democratización de un sistema profundamente oligopolístico en nuestro país. Sin embargo, como incidimos desde este blog a partir del trabajo del grupo de investigación, las renovables adolecen de importantes inconvenientes fruto de sus particulares características físico-químicas, principalmente una baja densidad energética (que se traduce en mayores requerimientos de tierras y materiales, con implicaciones relevantes sobre por ejemplo la biodiversidad) así como de su intermitencia que dificulta la gestión de los flujos energéticos para que sigan a la demanda.
¿Es 1-3% del territorio mucho o poco?
Cuando nos preguntan si un 1-3% de ocupación de la superficie de España para plantas fotovoltaicas que encontramos en nuestros estudios en escenarios con alta penetración solar es mucho o poco, a priori es realmente difícil de evaluar. Recordar que este rango viene dado por 2 estudios que descuentan el potencial solar urbano con el objetivo cubrir en 2050 el ~50% del mix eléctrico mediante energía solar (ver imágenes siguientes):
- ~2-3%: El primero realizado y que tiene menos precisión que el siguiente al tomar como referencia para la irradiancia y el factor ocupación de terreno las regiones agroecológicas de la FAO (AEZ) que se encuentran repartidas por toda la UE, lo que tiende a sobreestimar la superficie requerida en España dada la alta irradiancia existente aquí. Pero tomar la escala UE nos permite incluir en el análisis las previsibles exportaciones de electricidad desde España al resto de la UE dados nuestros excelentes niveles de insolación en el contexto de la Unión de la Energía,
- ~1%: segundo estudio con mayor precisión al tomar como referencia regiones propias de España (por cuenca hidrográfica; ver figura inferior) pero que no tiene en cuenta el factor exportación al resto de la UE.
La macroplanta de Wamba y el consumo de Valladolid
Quizá una imagen a escala de otro macroproyecto en la provincia ayude a conciliar la visión general “macro” obtenida a partir de los estudios arriba mencionados, con el impacto a nivel concreto del territorio. Abajo se pueden ver dos planos representando los proyectos para sendas plantas solares fotovoltaicas con una potencia combinada de 330 MW en Wamba (apenas 300 habitantes y a unos 20 km de la capital), con una extensión de unas 800 ha muchas veces el pueblo e incluso mayor que el cercano aeropuerto de Villanubla, y que cuando estén a pleno rendimiento será capaz de proveer entorno al 35% de la electricidad total *anual* de la ciudad de Valladolid. *Esta aproximación* debe ser tomada con cautela pues dada la variabilidad noche/día e invierno/verano la comparación no es directa (ni por lo tanto tan favorable). En la imagen se aprecia también claramente cómo los proyectos de muchos MWs necesitan evacuar la electricidad generada en grandes subestaciones, este proyecto incluyendo 15 km de una nueva línea, trazo azul en el mapa que llega hasta la misma ciudad. Notar que la cercanía a puntos de evacuación de la red es una gran restricción que puede hacer el proyecto de planta solar inviable en caso de tener que cubrir grandes distancias. Y de nuevo, un proyecto ejecutado por una empresa ajena al municipio y la provincia.
Si lo vemos en términos de energía final total (la electricidad es sólo una parte de la energía que usamos, que incluye también combustibles líquidos, gas, etc.), entonces se necesitarían más de 18 plantas como ésta para alimentar sólo a la ciudad de Valladolid (sin área metropolitana, que sumaría 100.000 habitantes a los 300.000 de la capital, para contabilizarlo bastaría así pues con incrementar los números de abajo un +33%).
Podemos realizar el cálculo inverso y ver cuántas plantas fotovoltaicas serían necesarias para cubrir el consumo energético de la ciudad (todos los cálculos y referencias están en este excel si alguien quiere jugar con ello):
- Superficie necesaria para electricidad: unos 22 km2 (equivalente a unas 18 plantas solares de 50 MW), equivalente al 0.4% de la superficie total agraria de la provincia.
- Superficie necesaria para energía total final (incluyendo diésel, gas natural, etc.): unos 150 km2 (equivalente a unas 120 plantas solares de 50 MW), equivalente al 3.0% de la superficie total agraria de la provincia. Atención: por simplicidad he hecho la sustitución 1 MWh de electricidad sustituye a 1 MWh de cualquier otro tipo de energía final, pero esto no es exacto por una serie de razones:
- en primer lugar, hay usos de energía que directamente son imposibles de electrificar (transporte camiones pesados, procesos en industria pesada, etc.)
- hay sustituciones en que la electricidad es más eficiente (el coche eléctrico es un ejemplo típico porque permite ahorrar un 1/3 de la energía final requerida procedente de combustibles fósiles); también hay otros casos en que ocurre al revés (por ejemplo, generación de calor de alta temperatura)
Visto de otra forma, una «corona circular fotovoltaica» continua alrededor de Valladolid de diámetro interior de unos 11km englobando toda el área urbana tendría un espesor de 0.3 km para cubrir la demanda de electricidad, que aumentaría a casi 2 km para cubrir la energía total.
Es necesario tener en cuenta que estos números se obtienen con el consumo de energía y las (in)eficiencias actuales. Por lo tanto, habría mucho margen para reducir demanda mediante autoconsumo, mejoras de envolventes de edificios, reorganización del transporte (metropolitano) para reducir el privado, etc. Aunque no debemos perder de vista el efecto rebote que tendería a aumentar el consumo de energía en otros bienes y servicios vía el ahorro monetario de estas reducciones, y que requeriría de políticas específicas para ser controlado.
Lecciones que se pueden sacar
Estas estimaciones tomando como referencia los consumos actuales nos muestran 3 conclusiones claras: (1) los impactos en términos de usos de la tierra no serán despreciables y tendremos que empezar a considerar este tipo de plantas como un servicio urbano más al igual que una potabilizadora o una depuradora, evitando los suelos agrícolas y ecológicos más valiosos, pero (2) ANTES tenemos que explotar el potencial de ahorro/eficiencia y autoconsumo en zonas urbanas al máximo, y en todo caso (3) las sumas de dinero tanto en inversión como en beneficios requeridas para la transición son gigantescas.
En cuanto a la aceptabilidad social de estos proyectos, es de sobra conocido tras el estudio de muchos casos, que a mayor implicación (y representatividad) de las comunidades locales tanto desde el punto de vista del diseño como de la propiedad de la instalación y los beneficios ayuda y mucho a reducir la oposición local. La implicación social se traduce en dos beneficios directos: diseño de proyectos menos impactantes y reparto de beneficios económicos. Porque las rentes que las macroplantas promovidas por corporaciones ajenas al territorio dejan allí son tan sólo una fracción muy reducida del total, y se concentran sobre todo durante el periodo de construcción.
Es necesario remarcar que aspectos como las líneas de alta tensión no están incluidas en las simulaciones -ni por lo tanto hemos podido contabilizar sus impactos específicos ni la restricción que suponen a la hora de planificar una inversión. La existencia previa de subestaciones y/o redes de evacuación, así como aspectos prácticos para su construcción y operación como estar perfectamente comunicadas, hace previsible que las zonas rurales próximas a grandes municipios sean especialmente atractivas para los inversores. Pero puesto que las zonas habitadas tienden por razones históricas obvias a encontrarse en vegas y zonas de alta productividad agrícola, las reglas actuales tenderán pues a obviar aquellas zonas más a desmano que estén caracterizadas por menor productividad agrícola y ecosistemas menos “ricos”, que a priori podrían resultar más deseables desde una perspectiva ambiental amplia… (aunque es cierto que tenderían a incrementar las pérdidas por transporte). Así pues, aunque 1-3% de superficie total parece “poco” a priori, no lo será tanto para aquellas comarcas con características más atractivas para los inversores, dónde se producirá una tendencia a la concentración con evidentes afecciones al paisaje y biodiversidad.
La dialéctica de la (urgente) transición
Aún en el contexto de la urgente transición a renovables, la proliferación de macroparques solares y eólicos está siendo criticada como el paradigma de la transición a las renovables con una visión marcadamente continuista con el sistema actual basado en grandes agentes económicos que buscan maximizar exclusivamente sus rentabilidades económicas y con escaso retorno en el territorio. Como muestra, la trama de corrupción eólica muy engrasada en Castilla y León. Aunque haciendo memoria, desde hace décadas los pantanos han causado grandes problemas sociales y ecológicos a través de toda nuestra geografía. Este movimiento está convergiendo en plataformas y actos comunes, como la manifestación organizada por “Alianza y Territorio” (ALIENTE) para este próximo sábado 16 de octubre en Madrid, y en la que participará nuestra compañera Marga Mediavilla:
La sostenibilidad es multidimensional y plagada de incertidumbres y lagunas de conocimiento, por ello no existen óptimos técnicos. Ni existirán en un futuro, aunque más investigación sobre la transición energética es imprescindible para ir lo menos a ciegas posible y tratar de adelantarnos a posibles problemas. Esto hace en cierto modo inevitable que a medida que se avanza en la transición, surjan conflictos entre diferentes maneras de entender y priorizar diferentes dimensiones de la sostenibilidad por diferentes personas y/o colectivos de la sociedad. Por ello debemos ser conscientes de que, paradójicamente, esta dialéctica tenderá a poner frenos sobre una transición que cada día es más urgente. En este sentido, propuestas y actitudes de naturaleza flexibles, redistributivas y resilientes tendrán muchos puntos a favor.
Agradeciendo la visita a plantas fotovoltaicas de la provincia y el intercambio de informaciones sobre el tema en el grupo local de Ecologistas en Acción Valladolid que fueron el germen de este post.
ADDENDUM 15 octubre 2021:
- En la primera versión del post se relacionaba erróneamente la oposición por plataformas locales a los macroproyectos renovables en España con el efecto NIMBY (“not in my backyard”). Erróneamente por un desconocimiento del autor en cuánto al significado exacto del término NIMBY, dado que este concepto no implica una oposición a tales proyectos en otras partes del territorio, lo que no es cierto en este caso como trasluce el propio lema de ALIENTE, organización estatal de casi dos centenares de organizaciones, indica: «Renovables sí, pero no así», así como sus objetivos explícitos de cambio del modelo energético. Gracias a integrantes de DefensaValleEsgueva por indicarlo.